Opinión

Sumisión

«Vamos a intentarlo hasta el final, pero Puigdemont moverá ficha antes de la asamblea». Así definía un alto cargo del PDeCAT la situación del partido hace semanas. La profecía se ha cumplido. Desde la cúpula se ha intentado de todo para conseguir una candidatura de consenso. Se ofreció, de tapadillo, la presidencia a Puigdemont. No se hizo en público «porque hubiera dicho que no, agravando la situación». Puigdemont habló. En una reunión con alcaldes en Alemania lo dejó caer. No quiere a Marta Pascal a la cabeza del partido porque es tanto como no tener el partido.

Como sus huestes dentro del PDeCAT, con el conseller de Territori, Damià Calvet no consiguen imponerse, entró en tromba. Eso sí, sus partidarios conseguían una victoria. En el congreso, se debatirá una enmienda que dice que el PDeCAT será una pieza más de su nuevo juguete: Crida Nacional por la República. Puigdemont no quiere prisioneros en esta cruzada. Pascal es la única que le puede aguar la fiesta y ha exigido su cabeza. Pascal defiende la integración en la Crida, pero con voz propia. Puigdemont lo rechaza porque en su partido la única voz es la suya. Exige sumisión total y los de Pascal no tienen la fuerza para imponerse. Tienen pánico a Puigdemont. Pascal hizo ayer un último esfuerzo. Se reunió con los presos del PDeCAT para encontrar el consenso, pero su oferta sabía a rendición. Ejecutiva paritaria, mantener su puesto y colocar al frente del partido a David Bonvehí. Un movimiento a la desesperada, sabiendo que Puigdemont no aceptará. Se sabe ganador. El PDeCAT ha muerto de inanición y con él, la historia del nacionalismo de derechas. Toca nacionalismo populista peronista.