Opinión

Sobre derechas e izquierdas

Convendría aclarar qué es hoy ser de izquierda o de derecha en España, si es que la distinción sigue teniendo algún sentido. La confusión es ya preocupante. Antes la derecha tenía que ver con la libertad, sobre todo económica, y la izquierda, con la igualdad y la justicia. La derecha era conservadora y la izquierda se manifestaba partidaria del cambio. La derecha acostumbraba a presentarse como católica y la izquierda, como laica. Ser de derechas se identificaba también con la ley y el orden y ser de izquierdas, con una cierta anarquía y libertinaje, o sea, con las glorificadas y estúpidas «movidas». En cierta medida, se complementaban y solían turnarse en el poder. Con la crisis de la socialdemocracia –hoy todo el mundo, con leves matices prácticos, defiende el Estado de bienestar– ser de izquierdas en España parece que consiste en abrazar el feminismo radical y la ideología de género, defender la eutanasia y el derecho al aborto, desenterrar a Franco, aprovecharse de la memoria histórica, tomar la televisión pública, inclinarse por un Estado plurinacional, dialogar con los separatistas y subir los impuestos. Si, además, se muestra crítica con la Iglesia, retira de la vida pública los símbolos religiosos, y de la escuela, la asignatura de Religión católica, pues ya no se puede pedir más. Eso es hoy ser de izquierdas.

Desde una insoportable exhibición de superioridad moral, que es la principal simpleza de la izquierda en España, ha bastado con que el nuevo líder político de la derecha se haya presentado reivindicando valores tradicionales como la defensa de la familia y la unidad de la patria, cuestionando la ideología de género, el aborto y la eutanasia, mostrando poco entusiasmo por revolver la memoria histórica y anunciando que piensa bajar los impuestos, para que desde la izquierda y sus terminales mediáticas hayan proclamado a bombo y platillo el escandaloso «giro a la derecha» del Partido Popular. Ha faltado poco para colgarle a Pablo Casado el sambenito de reaccionario o ultraconservador, cuando lo único que ha hecho ha sido recuperar los valores más arraigados en una parte amplia de la sociedad española y que, en general, se corresponden con los valores del humanismo cristiano. Nadie mínimamente informado puede negar, por cierto, que la doctrina social de la Iglesia, desde Juan XXIII al papa Francisco, está muy a la izquierda del Partido Socialista. Pero hoy para los cerebros de la izquierda y sus corifeos, ser de derechas es ir a misa.