Opinión
Recuperar la sonrisa
Es una de las frases más recurrentes y utilizadas por los medios de comunicación: Fulanito recupera la sonrisa. Tan recurrente como absurda porque suele ser mentira o poco ajustado a la realidad. Cuando una persona conocida aparece en una imagen después de haber vivido una situación dramática como la muerte de una pareja o la pérdida de un hijo, los titulares rezan que Menganito recupera la sonrisa.
Aunque solo se le vea paseando al perro o hablando por teléfono en la calle. Suena raro. Pero toda rareza es susceptible de empeorar.
Cuando hace unas horas el terrorista Santi Potros salía de prisión, escuché la voz de un periodista locutando una pieza informativa, diciendo que el etarra había recuperado la sonrisa. En plena ola de calor, supongo que no fui la única en sentir un escalofrío. Hay sonrisas recuperadas que hielan el alma de quien las contempla y no hay deshielo posible. Esta mueca debería ser apátrida en ciertas bocas porque borran la alegría del resto.
Una de las víctimas de Hipercor deseaba que el día de ayer pasara cuanto antes. La culpa no es del calendario pero siempre es preferible escuchar a las víctimas y observar sus sonrisas recuperadas. Si se trata de fijarnos en sonrisas regresadas –que no idénticas a las de antes, eso es imposible– , recuperemos las mejores, las sanas, las auténticas, las que atesoran la razón, las dignas de atención mediática como la de Irene Villa y Sandra Carrasco. Decía Dostoievski que para conocer realmente a una persona hay que mirar cómo se ríe. Hagan la prueba; también vale con las sonrisas.
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