Opinión
Astrid Daniela
El peso de la ideología de género no sólo se hace sentir entre quienes la rechazan como dogma, sino incluso entre quienes la han practicado. Una de las más impactantes entrevistas de este curso en Cope ha sido la de Astrid Daniela, un transexual (digo «un» porque ahora quiere volver a ser Daniel). Nació en Colombia y fue violado a los cinco años. Su padre, harto de que la esposa sólo le diese varones, aprovechó su nacimiento para largarse. Por cierto, se «colocó» como cocinero del capo de la droga Pablo Escobar.
La madre, cariñosa pero muy violenta, apuñaló al padre y acabó suicidándose. Daniel robó con ocho años un vestido de niña y unos zapatitos y ya jamás abandonó el aspecto femenino: «Para mí lo masculino era el compendio de toda la violencia». Su existencia comenzó en la calle, los basureros, los reformatorios y la prostitución. Daba puñaladas y las recibía, hasta 57 cicatrices jalonan su piel. Tiene una mano prácticamente inmovilizada.
Fue hormonándose por su cuenta y, años después, en Bankog, terminó su transformación con la operación genital.
Astrid Daniela vivió largos períodos con tres o cuatro hombres preferidos y se regocija al contar que su situación económica la liberó de depender nunca de ellos: «Manda quien tiene el dinero», aclara crudamente. Al cabo recaló en Barcelona y ejerció bastante tiempo allí su especialidad, que más que la venta del cuerpo era el engaño y el robo a los clientes. En los aledaños del Camp Nou la encontró Nacho, un abogado cristiano que acompañaba a la gente de la noche sin hacer preguntas molestas ni plantear exigencias. Juntos fueron de peregrinación a Medjugorje –actual Bosnia– y allí Astrid Daniela cambió. «No tuve visiones ni nada por estilo –afirma– pero percibí una enorme ternura». Tras su conversión, se consagró en castidad y es miembro de la Asociación Santa María Magdalena, que hace apostolado con transexuales y prostituidas. El obispo auxiliar de Barcelona escribe que «Dios me puso a Astrid Daniela para sentir su ternura y porque él la había elegido para una misión específica».
A Daniel/Daniela lo que menos le importa actualmente es su adscripción sexual. Pero no se corta un pelo cuando dice: «¿Acaso un hombre que pierde los genitales por una bomba deja de ser hombre? ¿Acaso si te sientes atraído por otros hombres dejas de ser varón? ¿Por qué no hormonarse en sentido contrario, para acercarnos a la masculinidad que denota nuestro cuerpo? Yo no impongo nada, sólo hablo desde mi opinión y mi experiencia. Esto no me lo pueden prohibir». La historia de Astrid Daniela se llama «TRANSformada» y está en la editorial Freshbooks.
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