Opinión

Bach, Bech, Bich, Boch, Buch

Ella era una advenediza y creía que pronunciar «clab» al referirse al «club» estaba bien visto. De las que dicen «ínsulas» en lugar de «ínfulas» o «influenciar» en perjuicio de «influir». De esas majaderas que «culpabilizan» y no «culpan», o discuten «los últimos flecos de la negociación». Que así se hallaba mientras intentaba comprender las demandas de una joven filipina que aspiraba a servir en su casa. – No, cariño, no cielo, todavía no la he admitido porque no entiendo los flecos de su negociación-. Ella era de las horteras nuevas ricas que «empoderan», «multicanalizan» y «segmentizan», del verbo segmentizar. Yo segmentizo, tú segmentizas, y él segmentiza. Todo es consecuencia de la multicanalidad. Estaba el viejo y multimillonario abogado añorando la discreción de su primera mujer y su categoría personal, cuando entró en su despacho el joven terremoto que había elegido equivocadamente para compartir sus últimos años. –Cielo, cariño, ¿comemos hoy en el «Clab»-; Y él respondió de manera confusa, multicanalizada, empoderada, segmentizada, e inconcreta: -Clab, cleb, clib, clob, club. Y que te den morcilla-. Un generoso talón dio fin a su precipitada relación con aquella mujer aficionada a comer en el «clab».

No se come en los clabs, ni se juega al golf en los clabs, ni se organizan partidas de bridge en los clabs. Si todos se organiza en los clabs, ¿qué hacemos con nuestros queridos clubes? Ahí tenemos al Real Madrid Clab de Fútbol que ha fichado a Mariano. De haber seguido siendo un club, el contratado hubiera sido Kane, o Mbappé, o Neymar. Pero desde que es clab, se conforma con Mariano. Nada que oponer, porque en este periódico Florentino tiene merecida influencia, y no es de los que segmentizan cuando se disgusta. Te manda a Roures con una querella y patatín, patatán.

Meditaba la formación del Gobierno de la I República de Cataluña Chistorra. Se dejaba influir por la música de fondo. El bello villancico medieval del Maresme «Catalineta», la sardana «Vía Layetana» , y una «chorradica» de Bach, al modo Radio Tafalla. Su esposa, también de raza superior, se acercó a su núcleo irradiador, levantó la aureola amarilla que giraba en torno a su cabeza, besó su frente, y con la curiosidad propia de las grandes mujeres preguntó a su esposo. –Y para Interior, ¿qué nombre te señala Bach?-. Chistorra desconocía la anécdota de la chica del «clab», pero reaccionó con parecido desconcierto que el abogado picante: - Bach, Bech, Bich, Boch, Buch-. Se investigó a los Bach de la Plana de Vic y nada. No había. A los Bech de Puigcerdá, y el mismo resultado. A los Bich de Torredambarra, y similar decepción. A los Boch de San Sadurní de Noya, y no se halló el tesoro. Pero al fin, surgió un Buch. «¡Tenemos un Buch genuino para Interior!». Y toda la familia se puso a bailar, porque el hallazgo lo merecía. Y así, fue nombrado Consejero del Interior de la Generalidad de Cataluña y Jefe de los Mozos de Escuadra, el Honorable Miquel Buch, que escrito sea de paso, tiene un aspecto atroz.

Se ha averiguado que los Mozos de Escuadra se disponían a retirar la pancarta que insultaba al Rey y lo mantenía con la cabeza hacia abajo, cuando el propio Consejero del Gobierno de la Generalidad que representa al Rey en Cataluña, ordenó la inacción de los Mozos. Y que algunos agentes, hartos de la situación, han anunciado su intención de denunciar ante la Audiencia Nacional, a los autores de la pancarta, al propietario del edificio y al consejero del Interior, el desleal, traidor, y grosero Buch, que impide a las fuerzas policiales autonómicas a sus órdenes que cumplan con las leyes. Creo que la Fiscalía, para un futuro cercano, haría bien en recopilar datos de este cefalópodo, que quizá ayudarían a que el Estado lo invitara a pasar una temporada en alguno de sus establecimientos de pernocta gratuita.

El Clab de los tontos violentos del lacito.