Opinión

Negacionismo

La obstinación enfermiza de determinadas personas por negar la realidad resulta tan ridícula como preocupante. El presidente estadounidense, Donald Trump, niega el cambio climático; Marine Le Pen minimizó la responsabilidad francesa en la deportación de judíos durante la ocupación nazi de París; el expresidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, negó el Holocausto; el estado turco hizo lo propio con el genocidio armenio ocurrido entre 1915 y 1923 y que dejó un millón de muertos; Stalin ignoró y borró el Holodomor, la hambruna que asoló a Ucrania entre 1932 y 1933, motivada por la colectivización forzosa de la tierra, y que causó entre 11 y 14 millones de muertos... Es complicado entender la cerrazón de ciertos personajes por negar la verdad, a no ser que se conozcan sus intereses o sus locuras. «No se puede debatir hechos con gente que piensa que la Tierra es plana». Así lo dijo Deborah Lipstadt, escritora y profesora de Judaísmo Moderno y de Estudios del Holocausto cuando, tras publicar el libro «Negando el Holocausto: El creciente asalto sobre la verdad y la memoria», fue denunciada por libelo por el historiador David Irving, empeñado en negar el Holocausto, el exterminio nazi y en exculpar a Hitler de la Solución Final. Irving denunció a Lipstadt y a su editorial, Penguin Books, que supo estar al lado de su autora ante el esperpento ideado por un negacionista en un tribunal británico. Finalmente, escritora y editora ganaron el caso. La historia se cuenta muy bien en la película «Negación». Véanla. A veces, aquello de Mark Twain sobre nunca discutir con un estúpido porque te hará descender a su nivel y ahí vencerá por su experiencia, tiene su excepción.