Opinión

El reincidente ex

Cuando un general de Tierra, Aire, Guardia Civil o un almirante de la Armada cumplen con su servicio activo y pasan a la reserva, siguen siendo generales y almirantes. No existe la figura del exgeneral o el exalmirante. Lo son hasta el final de sus días. Como los catedráticos, los médicos y los toreros. Claro, que siempre se da una excepción. El que fuera JEMAD en tiempos de Zapatero y hoy ariete de goma de Podemos, Julio Rodríguez, es un exgeneral. Ahora elogia a Bildu, conglomerado podrido etarra, «partido –según sus palabras–, de paz y convivencia».

El exgeneral es el conejo uniformado que sacó de su chistera Pablo Iglesias. Se presentó en las listas de Podemos por Zaragoza y se quedó sin escaño. Un duro y desagradable revés. En las siguientes elecciones, con el número 2 en la papeleta electoral, optó al Congreso de los Diputados por Almería. Y Almería le dijo que naranjas de la China, tururú y tararí que te vi. Fracaso absoluto. En vista de ello, el ilusionista de Galapagar merodeó por el entorno de Cibeles y convenció a la alcaldesa Carmena para que, en el futuro, ocupara un lugar seguro en la candidatura, y ser, al fin, algo en la política. Concejal del Ayuntamiento de Madrid. La alcaldesa no dijo ni que sí ni que no sino todo lo contrario, pero la esperanza quedó en el aire, alegremente suspendida. Se esperaba en Podemos que Manuela Carmena, cansada de sus errores y por motivos cronológicos, renunciara a presentarse de nuevo. Pero las mujeres que se peinan con descuido son imprevisibles, y ha decidido presentarse otra vez, formando una candidatura a su gusto y capricho. Dejará en la cuneta a los podemitas más conflictivos y vagos, Galcerán, Carmona y la inefable Rommy Arce, que no ha hecho otra cosa que majaderías en los últimos cuatro años. Y el ilusionista de la chistera, que todavía no se ha repuesto del repaso que le dio Aznar en el Congreso, se ha puesto nervioso, y con razón. La alcaldesa es un desastre, pero tiene el gancho de la abuela sonriente y de tonta, ni un pelo. Y ha leído el opúsculo de García Márquez «El Coronel no tiene quien le escriba». Manuela Carmena no desea mejorar a Gabo con una nueva novelita titulada «El exgeneral no tiene quien le vote», y don Julio puede quedarse de nuevo en el limbo de la política. Sin Carmena, la izquierda perdería con holgura el Ayuntamiento de Madrid, y no es cosa de exigirle enchufes estropeados. Me temo que el promotor del exgeneral se puede ver obligado a intentarlo de nuevo en otra circunscripción. Tras los compromisos fallidos de Zaragoza y Almería, le recomiendo Murcia o Badajoz, donde el Ejército del Aire tiene peso y sobre todo, prestigio y merecida admiración. Se trata de arriesgar. Un exgeneral del Aire que opina tan suaves y dulces bondades de los etarras políticos, cuenta con muy improbables apoyos allá donde se quiere y se admira a nuestros aviadores militares. La Colau lo aceptaría en Barcelona, pero entra en lo posible que sea el exgeneral el que no acepte a la Colau. Una cosa es ir a menos, y otra muy diferente, ir a mucho peor.

A don Julio le queda ese poso de cortesía y buena educación de los militares, y en la buena educación entra de lleno, con acusada influencia, el sentido de la oportunidad. Una persona bien educada, y don Julio lo es, está obligada a ser oportuna. Entiendo que la cercanía diaria con los pijos desgarramantas de Podemos puede haber infectado su militar cortesía, pero siempre queda algo del viejo uniforme y del sentido del honor. Para mí, que un tercer fracaso de don Julio le situaría en un espacio ridículo irremediable. No entiendo su empecinamiento en acatar órdenes de quien abomina de nuestras Fuerzas Armadas. Pasar de teniente general del Ejército del Aire a concejal de un distrito conlleva una mengua en el mando más que considerable.

La política es terreno minado para quien ha vivido siempre entre compañeros con un alto concepto de la decencia. Rechazar la posibilidad de un nuevo chasco es recomendación positiva y de buena voluntad. Hágame caso y vuelva a ser general en la reserva.