Opinión

De armarios

Rafael Neville, hijo del gran Edgar Neville, fue de lo primeros que se atrevieron a salir del armario en tiempos menos propicios que los actuales. Lo cierto es que Rafaelito, que así le decían, más que salir, nació fuera del armario y jamás simuló sus travesuras. Así que paseaba por Málaga con el antifonario bamboleante y el bolso en bandolera, cuando un albañil que trabajaba sobre un andamio le dijo, más o menos, lo mismo que Dolores Delgado a Marlaska: –Adiós, maricón–. Pero Rafaelito era mucho Rafaelito. Se detuvo, y le respondió al operario de la construcción: –Adiós, arquitecto–.

La ministra de Justicia no sólo habló con Villarejo y Balta del maricón de Marlaska. Al fin y al cabo, la voz es culta y ya la usaban los grandes poetas del Siglo de Oro. En España, maricón puede dar la vuelta como una tortilla en el aire y caer sobre la sartén con contundencia admirativa. –¡Qué bien canta ese maricón!–, o –cómo juega el mariconazo–, son expresiones de elogio reverencial. Otra cosa es «nenaza». Lola comunica a Villarejo y Balta que ha aterrizado en la Audiencia Nacional un juez con aspecto de Clooney, muy guapo, pero que lamentablemente es «una nenaza». Y nenaza carece de doble significado. Se puede decir –¡qué listo es el maricón!–, pero ¡qué bien escribe ese nenaza!, carece de matices positivos.

Lola, la ministra, íntima de Balta, el juez condenado por prevaricador, y por lo que se empieza a saber también cercana al comisario Villarejo, mariscal de las cloacas, tiene que dimitir. Figúrense lo que sucedería si una ministra del PP llama «maricón» y «nenaza» a un compañero del Gobierno. Las hordas del feminazismo no habrían tardado ni diez minutos en preparar la hoguera en la Plaza Mayor, y todo el periodismo de izquierdas se hubiera mostrado escandalizado y herido. Pero Lola disfruta de la amnistía del rojerío y el roserío, que también los del «orgullo» se la han envainado.

Con Garzón por el medio o los aledaños del barullo, mucho cuidado. Precaución con Balta, que es más peligroso que cazar leones con tirachinas. Pero claro, aunque Tezanos se pase de tramposo, este Gobierno no tiene recorrido. Cuando retornen el doctor en duda y la experta en África con su vestido de 2.300 euros para visitar a Trump, lo lógico y deseable sería que el doctor reuniera a ese grupo de gamberrillos que conforman su Gobierno y tomara la decisión de convocar elecciones. Inteligente medida, por cuanto Tezanos concede al PSOE una ventaja de diez puntos sobre el PP, que no se la cree ni su tía Felisa, pero vaticina, al menos, un resultado honroso. Y lo escribo con todo el respeto que me merece la tía Felisa de Tezanos, dama de acrisoladas virtudes y caritativos actos.

Lola no puede permanecer mucho tiempo al frente de un ministerio institucional. Si le inventan un ministerio nuevo, mal, pero Justicia, imposible. Sería, con toda probabilidad, una estupenda Ministra de Respetos Interministeriales, pero no más. –Señora ministra de Respetos Interministeriales, que le llama el ministro del Interior–; –pues dígale que me llame más tarde, por nenaza, que estoy con Balta tomando café y no quiero que me interrumpan–; –lo que usted ordene, señora ministra–. Bueno, no muy bien, pero pasable, que la vida es un tom, tom, tómbola de luz y de color.

No me parece defendible esta Lola. Me quedo con mi Lola de siempre. La Piconera de don José María Pemán de «Cuando las Cortes de Cádiz». Una Lola del pueblo llano, que luchó contra los invasores y no se mezclaba con gente tan rara como esta Lola ineducada y de comportamiento de saldo de rebajas. Porque, por más que entre todos intentemos disculparla, poner a parir por la espalda a un compañero de profesión se me antoja de alta grosería. Lola, bye bye.