Opinión

Ahorcados y ahorcadas

Se presenta un fin de semana interesante en algunos programas de televisión. En diferentes cadenas. Quizá el más significativo de todos el que va a presentar y protagonizar en Hispan TV, en su programa «Fort Apache», Pablo Iglesias. Este canal, financiado por la teocracia iraní, se propone homenajear a Zeinad Sekaanvand, una joven que dos días más tarde de dar a luz ha sido ejecutada en la horca de la cárcel de Euromien. Estoy figurándome al presentador de «Fort Apache», el del chalé en Galapagar, secando sus lágrimas mientras denuncia la salvaje ejecución de esta mujer iraní a los 24 años de edad. El Gobierno de Irán, siempre condescendiente con la civilización y la libertad, ha autorizado a su esponsorizado preferido, hablar de Zeinad, que desde los 14 años, cuando se casó con un amable islamista, no conoció otra cosa que la paliza diaria, el desprecio, la humillación, el dolor, la sangre y para colmo, las violaciones de su cuñado. Con 17 años, Zeinad respondió a la brutalidad matrimonial acuchillando al cerdo de su dueño y lo mató. En prisión Zeinad Sekaanvand, condenada a muerte en un jucio sin abogado, contrajo matrimonio con otro joven iraní, y en una de las visitas autorizadas, quedó embarazada. La autoridad ha esperado el nacimiento de su hijo, y dos días más tarde, se lo han arrebatado de sus brazos para llevarla al patíbulo. El gran feminista, compañeros y compañeras, portavoces y portavozas, ahorcados y ahorcadas, hablará de la vida y muerte de Zeinad con la contundencia que le caracteriza.

También están previstas las comparecencias de Rita Maestre y Rommy Arce en Telemadrid, de Monedero en TVE, de Ada Colau en TV3, Mayoral en La Cuatro y de nuevo Pablo Iglesias en la Sexta, donde será entrevistado por una indignada Ana Pastor, que aprovechará la presencia de su invitado más querido para preguntarle no sólo por la muerte en la horca de Zeinad, sino por los ahorcamientos sistemáticos en las grúas de Teherán de centenares de reos acusados de un gravísimo delito. La homosexualidad. Porque aquellos que financian Hispan TV, condenan a muerte a los iraníes –ahorcados y ahorcadas–, mientras los dirigentes de Podemos acuden encantados a los desfiles y festolines del «Orgullo Gay». Lo curioso es que los homosexuales españoles los reciben con divertido alborozo y sonriente gratitud.

La República Islámica de Irán cuelga a los maricas y a las mujeres maltratadas, mientras expide transferencias puntuales a la cadena de televisión de Pablo Iglesias. Pero, como excusa, creo que es justo reconocer que Pablo Iglesias ignora por completo lo que sucede en Irán con los homosexuales y las mujeres torturadas por sus maridos. Pablo Iglesias no puede estar en todo. Ahora, su atención se centra en la Cruz del Valle de los Caídos, en los huesos de Franco y en el aumento de los impuestos para los ricos. Exigirle que además de tan engorrosos proyectos, esté enterado de lo que se asa, se cuece y se ahorca en Irán, sería desproporcionado. Por ello, los compañeros y compañeras, los amigos y amigas, los portavoces y portavozas, los tontos y las tontas, no están dispuestos ni dispuestas a distraer a su líder con extravagancias internacionales.

Causa extrañeza, eso sí, que las ardientes feministas del PSOE, encabezadas por la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, permanezcan en angustiado silencio. Y que en TV3, mientras ahorcaban a Zeinad, invirtieran su tiempo en entrevistar a la golfa de los dedos rotos que no se rompieron y de la teta tocada que no se tocó. Pero ya se sabe que lo prioritario es lo que manda.

Zeinad, la torturada por su marido y violada por su cuñado, era menor de edad cuando perdió el dominio de sus reacciones. En Irán, las mujeres mayores o menores de edad tienen los mismos derechos que las burras. No se contempla esa minucia cronológica en los juicios sin abogado defensor. Pero ese detalle tampoco es de la incumbencia de Pablo Iglesias, que está destrozado con lo acaecido y les va a cantar las cuarenta a sus proveedores de dólares. No saben los iraníes con quién se están jugando los cuartos.