Opinión

¡Franco a la Sagrada Familia!

Me llega la noticia de una iniciativa popular para inhumar a Franco en la Sagrada Familia. Desde aquí, deseo apoyarla de todo corazón porque es de justicia. Ya en 1936, un nutrido grupo de catalanes firmó un manifiesto en favor del alzamiento. Entre ellos, se encontraban, entre otros, Salvador Dalí, Eugenio D´Ors, Josep Pla, Llorenç Villalonga, Martín de Riquer y un tío de Pilar Rahola, habiendo militado antes el nacionalismo catalán no pocos. Especialmente entusiasta fue también el respaldo del clero catalán a Franco recibiéndolo bajo palio en el monasterio de Montserrat y prodigando sobre él todo tipo de alabanzas, albricias y parabienes.

Además, ninguna región española, a excepción de Vascongadas, fue tan favorecida en los gobiernos de Franco como Cataluña. Entre los ministros catalanes de Franco estuvieron Eduardo Aunós, antiguo nacionalista catalán; el opusdeista Laureano López Rodó; Gonzalo Fernández de la Mora; Enrique García-Ramal; Cruz Martínez Esteruelas y Pedro Cortina Mauri. Todo ello sin contar a Demetrio Carceller, ministro de industria y comercio y uno de los creadores del INI o a Gual Villalbí, antiguo nacionalista catalán, convertido en una especie de embajador permanente de Cataluña en los gobiernos de Franco, un privilegio que no disfrutó ninguna otra región. Súmense los ciento ochenta y siete catalanes que fueron procuradores en cortes, los veintitrés consejeros nacionales del Movimiento más millares de cargos franquistas, Maragalles incluidos.

Por esto y por más, Franco fue recibido con delirante ardor las más de quince veces que visitó Cataluña –sólo San Sebastián y Bilbao fueron más entusiastas que Barcelona– y el Barça –al que el dictador salvó de la bancarrota– le otorgó dos medallas de oro, algo que no haría ningún otro club de fútbol. Franco favoreció a Cataluña más que a ninguna región española y así en 1975, contaba, con el 6,3 del territorio nacional, con el 45,5 por cien de los kilómetros de autopista de España; tuvo la primera autopista – Madrid hubo de esperar hasta 1991– dispuso del mayor stock ferroviario y recibió por orden directa del dictador empresas como SEAT, ENASA, ENHER o ENTASA, esta última en la época en que el barcelonés Claudio Boada era presidente del INI. Insisto: es de justicia. De justicia y de sentido común. Acabemos con discusiones estériles y que se trasladen los restos de Franco a la Sagrada familia en Barcelona. Se lo merece de sobra.