Opinión

Unión natural

El Partido Popular tiene un muy alto suelo de votos. El techo lo derrumbaron Rajoy, Soraya y Montoro. Ahora se culpa a Vox del descenso de sus expectativas electorales. Vox es la consecuencia de una desesperanza crecida dentro del Partido Popular, y ahora lo presentan como «extrema derecha». Es mentira. Vox representa al sector más conservador y menos acomplejado de la derecha española, y tiene sitio en el Partido Popular, como el liberalismo puro, el impuro, la democracia cristiana y demás tendencias del conservadurismo en España. Vox no es enemigo ni adversario del PP, y el PP no está autorizado moralmente para serlo de Vox. Resulta incomprensible que Abascal y Ortega Lara se dieran de baja del PP y establecieran fuera de su ámbito un nuevo partido, que ha crecido por su actividad decidida, y ha sido despreciado hasta que ha demostrado su inesperada fuerza. Son 800.000 votos que el PP, todavía, puede recuperar si Casado se deja influir por el sentido común. Un partido como el PP, en las condiciones por las que transcurre España, tiene que recuperar a sus antiguos militantes para impedir la victoria de los comunistas, los separatistas, los bolivarianos y los terroristas, socios de un socialismo enloquecido por un dirigente ambicioso, «okupa», necio y desalmado.

La unión de las fuerzas españolas y anticomunistas se hace imprescindible. Ciudadanos ha herido más a la socialdemocracia del PSOE, hoy prácticamente desaparecida, que al Partido Popular. Su presencia fuerte en Cataluña es una garantía de futuro, porque el PP en Cataluña lo ha hecho muy mal. Desde la entrega humillada de su fuerza a Pujol a la aplicación de un 155 mutilado, edulcorado y cobarde cumpliendo las exigencias del PSOE. El respeto al foco más activo de la rebelión y el golpe de Estado, TV3, no se entiende todavía. Soraya ha sido nefasta, y le deseo toda suerte de puertas giratorias, pero muy alejada de las responsabilidades políticas. Como a Montoro, el de los bonus prevaricadores tan extraordinariamente descritos por César Vidal en su columna de La Razón.

Casado sabe que Vox encaja perfectamente en el ala más conservadora del PP, pero teme que se convierta en un Pepito Grillo de su conciencia. Sería bueno que supiera arriesgarse. El gran defecto del PP ha sido la renuncia a superar su incomprensible complejo de inferioridad democrática, como si la ultraizquierda que hoy se ha instalado en el poder pudiera dar lecciones de democracia y Derechos Humanos. Son receptores de dinero proveniente de dictaduras asesinas, y socios de los que asesinaron al padre de Santiago Abascal y mantuvieron enterrado en un agujero inmundo más de 550 días a José Antonio Ortega Lara. Que esa es la calaña de los que apoyan a Sánchez.

Lo sorprendente ha sido la cantidad de comentarios impresos, radiados y televisados por periodistas y comentaristas supuestamente adversos al comunismo que se han mostrado preocupados y molestos por el éxito de Vox en Vistalegre. Se han inventado palabras y conceptos ofensivos que jamás pronunció Santiago Abascal. Vox no ha hecho otra cosa que defender lo que antaño fueron principios y valores del PP paulatinamente abandonados. Entre ellos, la firme apuesta por el derecho a la vida de los seres humanos asesinados con anterioridad a ver la luz.

Vox no habla con asesinos. Los ha sufrido. Vox no firma acuerdos con separatistas, golpistas, bolivarianos antiespañoles y comunistas del siglo pasado. Vox se oye como una voz valiente que defiende la unidad de España y su Constitución. Vox no ataca a la Corona. Vox cree en la libertad de pensamiento y mercado. No creo que todo lo anteriormente expuesto sea causa o motivo de escándalo entre los conservadores. Vox tiene sitio en el PP, y además del sitio, ochocientos mil votos que aumentan cada día. No saber administrar ese caudal de voluntades puede resultar desgraciado para el PP, y sobre todo, para España y su libertad.