Opinión

Pobre receptor

Me ha conmovido sobremanera el detalle inesperado del vicepresidente del Gobierno, el doctor Sánchez, prestándose a donar su sangre en un laboratorio ambulante. Así que paseaba el vicepresidente por las calles de Madrid, reparó en la presencia del autobús donante, ingresó en su recinto, y con la mayor discreción posible, en la más estricta intimidad, ofreció su brazo izquierdo para regalar una fuente del río de la vida a un ciudadano anónimo necesitado de ella. El vicepresidente Sánchez es deportista y de aspecto sano, no así el presidente Iglesias, que no puede donar sangre porque lo suyo es otra cosa, un componente entre ácido sulfúrico y caspa licuada.

Pero por casualidad, por pura casualidad, un reportero pasaba por ahí y también sintió la llamada solidaria de la donación. Subió al autobús, y se encontró con el vicepresidente en la camilla y en trance de ser perforado por la aguja del trasvase. Y lo que pretendía ser una donación discreta y sin publicidad, se convirtió en una noticia de alcance internacional. «El vicepresidente del Gobierno de España dona su sangre», y la foto.

Otro vicepresidente cualquiera habría actuado de manera diferente. «Llama a los de la sangre. Que vengan a Moncloa, que me saquen algunas fotografías, que todo parezca natural y que se distribuyan las imágenes entre todos los periódicos y cadenas de televisión. Que la foto mejor conseguida la manden en exclusiva a “El País”, por supuesto». Y sus asesores no hubiesen perdido ni un minuto, porque la bondad y generosidad de un vicepresidente del Gobierno ofreciendo su sangre es algo que hay que valorar con elogiosa ecuanimidad, aún cuando su gesto hubiera tenido lugar en una estancia del palacio de La Moncloa, y no en la calle, como ha sido el caso.

Lo que no se ha publicado es a qué grupo sanguíneo pertenece la sangre del vicepresidente y si el RH es positivo o negativo. Desde mi corto entender, tengo más o menos sabido que no todas las transfusiones son compatibles. Que existe el grupo 0, y el A, el B, y el AB positivo, así como el A, el B, y el AB negativo. El RH negativo es el que gustaba a Sabino Arana, porque según parece es el más vasco. Pero Arzallus y Anasagasti lo tienen positivo, y según se dice, el porcentaje de sangre con el RH negativo más alto del mundo corre por las venas de las tribus bereberes. En mi caso, y renuncio a la transfusión de la sangre del vicepresidente si coincidimos en grupo y RH, la mía es A con el RH negativo, es decir, mucho más vasca que la de Sabino Arana, Arzallus, Anasagasti y Otegui, el gran amigo de Jordi Évole y el presidente Iglesias, además de hombre de paz.

Pero conviene dejarse de detallitos sin importancia y retomar la admiración hacia el gesto voluntario y espontáneo del vicepresidente del Gobierno. Dada la actividad febril del presidente Iglesias, entrevistándose con Junqueras en su cárcel-hotel, hablando con Puigdemont, trasladándose a Vitoria para prometer a Urkullu toda suerte de ventajas independentistas y demás acciones políticas, el vicepresidente se ha quedado sin deberes. Y pasea. Como aquellos andaluces que venían a Madrid a pasear para que otros andaluces se creyeran que lo hacían por ultimar gestiones agrícolas o empresariales. Que una mañana se encontró mi gran amigo y bodeguero Luis Caballero, del Puerto de Santa María, con un conocido a las puertas del Ministerio de Industria y le preguntó: –Pepe, ¿qué haces aquí, si no tienes ninguna industria?–; –Pues nada. Lo hago para que me vean–. Y Pemán lo cantó: «La calle de Alcalá, ¡Cómo reluce/ cuando suben y bajan los andaluces!». Algo así le ha sucedido al vicepresidente Sánchez, que no tenía nada que hacer, se topó con el autobús de la sangre, donó la suya y cuando creía que nadie se apercibía de su gesto, un reportero inoportuno inmortalizó su acto de santidad. Podría haberlo protagonizado en La Moncloa, pero él es hombre de solidaridad callada. No obstante, renuncio a recibirla en caso de necesidad. Creo, sinceramente, que no me la merezco.