Opinión
¿A qué Rey?
El PSOE del vicepresidente Sánchez ha decidido apoyar la eliminación del delito de injurias a Su Majestad el Rey. Esto de las injurias es muy complicado. Escribí que Messi se había administrado nandrolona en su juventud, y Messi se sintió tan compungido que me interpuso una demanda por injurias, encargándole el asunto a un despacho de abogados barcelonés con poderosa presencia en Madrid, Cuatrecasas o Cuatrocases, o algo parecido. Y fui condenado. Años atrás, el miembro más respetado y querido del jurado del Premio Planeta, un canario que no es Carmen Posadas, dijo de mí y de otros que éramos descendientes de los asesinos de Federico García Lorca. Así lo reflejó Alfredo Urdaci en sus memorias profesionales. Respondí al canario desde estas páginas explicándole que la única sangre que mi familia había derramado en la Guerra Civil fue la de mi abuelo, don Pedro Muñoz-Seca, asesinado por los comunistas y socialistas a las órdenes de García Atadell y Santiago Carrillo en Paracuellos del Jarama el 28 de noviembre de 1936. Y le decía que era un imbécil. Fuí condenado por injurias. El canario retiró su demanda contra Urdaci, fuente de la trifulca, y éste, en señal de gratitud borró en la séptima edición de su libro, con hábil cobardía, la referencia causante del barulllo. Y ahora, me hallo demandado por Jaime Roures por recordarle que estuvo en la cárcel acusado de colaborar con la ETA, por escribir que fue pieza determinante en el fallido golpe de Estado del separatismo catalán contra España, y por considerar inaceptable que el Real Madrid le haya encomendado la gestión de su canal de televisión. Y seré nuevamente condenado porque España y yo somos así, señora.
A partir de ahora, escribir de lo bueno del franquismo será delito. Elogiar sus grandes obras públicas, sus pantanos, sus centenares de miles de viviendas sociales, su Seguridad Social y su honestidad en el uso del dinero público en un Estado que apenas cobraba impuestos, será delito. Escribir, por ejemplo –y jamás fui franquista–, que los hijos de los dos militares más poderosos del franquismo, el Almirante Carrero-Blanco y el general Muñoz Grandes, viven modestamente de su pensión –me refiero al contralmirante Luis Carrero Blanco y el general Agustín Muñoz Grandes Galilea–, será delito. Sus padres no se metieron una peseta de los españoles en sus bolsillos, pero será delito. Y ahora el PSOE de Sánchez, unido al estalinismo bolivariano de Podemos, y a los separatistas de ERC y PDeCAT, eliminarán del Código Penal el delito de injurias al Rey. Tan sólo una duda y una leve esperanza. ¿A qué Rey?
Formulo la pregunta porque me muevo en el despiste. Sánchez, el monigote de Iglesias, lo dejó claro y sentado con contundencia histórica hace dos días. «El Jefe del Estado es Felipe II». En ese caso, no es tan grave la eliminación del artículo que considera delito injuriar al Rey. A Felipe II, que descansa en la segunda urna del Panteón de los Reyes del Monasterio del Escorial, construído a su amparo e idea para conmemorar la batalla de San Quintín, no creo que le importe ser injuriado a estas alturas de su muerte. Felipe II está en la Historia muy bien acomodado, y tengo entendido que era hombre religioso, muy de su época, y antes de fallecer pidió perdón por sus faltas y pecados, que fueron numerosos. Es decir, que si el Rey al que se permitirá injuriar es Felipe II, el Jefe del Estado según Sánchez, es algo que me la refanfinfla. Otra cosa sería injuriar a Felipe VI, nuestro Rey actual y Jefe del Estado. Somos muchos los millones de españoles que no lo vamos a tolerar, y que apoyaremos en el futuro el retorno a la normalidad en el Código Penal. No obstante, cabe la posibilidad de que el afectado sea Felipe II, el Jefe del Estado según Sánchez, y en tal caso, lo mejor es pasar página y dejarles seguir haciendo el payaso.
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