Opinión

Pobre desatinado

Jorge Verstrynge nació en la confusión. De origen belga flamenco, nazi de reconocida convicción, vio la luz por vez primera en una ciudad del Protectorado Español de Marruecos, Tánger o Tetuán, que tampoco importa demasiado el dato de su independencia del cordón umbilical. Alfonso Guerra, cuando abandonó Verstrynge Alianza Popular, le puso el veto en el PSOE, y ahora se mueve, como buen capitalista inmolibiario, por los entornos de Podemos. El totalitarismo, la dictadura, y la tiranía del pensamiento único une al nazi con el comunista, y más aún desde que el comunismo ha dejado de ser obrero para acercarse al capitalismo vergonzante. Ahí están Garzón e Iglesias. El neocelandés y el de Galapagar. José Antonio Primo de Rivera se situaba mucho más a la izquierda que este divertido trío de gansos, con perdón de los gansos.

Verstrynge no tiene obligación de entender, comprender, amar y admirar a los andaluces. Carece genéticamente de sensibilidad para ello. Tiene el mismo sentido del humor que una almeja, y si el presente juicio de valor se antoja excesivamente duro, cambio el sentido del humor de la almeja por el del camaleón de Lanzarote, que es un camaleón de muy escasa inclinación hacia el talento. Se adormece al sol con entrega absoluta, pero gracia, lo que se dice gracia y arte, los desconoce.

El antiguo nazi y hoy podemita, tanto monta, monta tanto, ha insultado a los jóvenes andaluces. Algo tendrá que decir la señora de Kichi. Ella es joven, y su Kichi también. «A los jóvenes andaluces sólo les interesa el rebujito, la cerveza y las gambas». Semejante estupidez sólo la puede emitir quien no tiene obligación alguna de interpretar el milagro de Andalucía. No me preocupa la majadería del nazi reconvertido en Strelnikov, el de la película del Doctor Zhivago. Me preocuparía lo contrario. Este podemista y rentista inmobiliario, nada sabe ni conoce de Andalucía. Ni de su historia, su talento natural, su inteligencia medida, su esplendor pictórico y su arte literario. Tengo para mí que Verstrynge no es un provocador malintencionado, sino un bacalao que lo primero que vio en su entorno fue una caravana de dromedarios. Así es muy complicado estructurar una mente. En Andalucía hay muchos, muchísimos jóvenes que militan en las izquierdas, y es probable que se hayan sentido maltratados por el confuso tertuliano. Pero su frase despectiva hay que valorarla con similar desprecio. Andalucía es la fábrica de talento personal más fructífera de España, y ese talento también está presente en su juventud. Para conocer Andalucía y opinar sobre ella lo primero que hay que hacer es detenerse diez minutos ante un cuadro de Velázquez, o leer a Baltasar del Alcázar, o atiborrarse de la narrativa y poesía andaluza de los siglos XX y XXI, para que le sea más sencillo encontrar lo que necesita para opinar. Y sí, después de todo ello, que no es encargo cansado sino recomendación de placer, puede sentarse en cualquier lugar de la Alta y la Baja Andalucía y pedir un rebujito, una cerveza y un plato de gambas cocidas o a la plancha, que en muy pocos lugares del mundo será servido con más arte y amabilidad. Con las lógicas excepciones, el andaluz nace bajo la bóveda azul del ingenio, y en efecto, un flamenco no está obligado a entender su manera de vivir y su forma de ser, más aún cuando el sentido del humor ha dado por perdida su oportunidad de alegrar su absurda aspereza.

Los jóvenes andaluces de hoy, a pesar del secuestro intelectual que padecen, mucho más llevadero que el de los vascos y catalanes, tienen el suficiente margen para celebrar cuando quieran y como quieran la fortuna de ser andaluces con un rebujito y un plato de gambas. El andaluz no ahorra. Vive y gasta la vida. Talento y arte. Lo que jamás comprenderá este inmobiliario podemita que lleva a rastras el peso de su incoherencia. Andalucía no es su jardín.