Opinión

Decoroso y privado

Este Gobierno de «okupas», pendencieros, prevaricadores y panolis, está quedando fatal. Son precipitados, como el del cuento vasco de la bicicleta. Que llega a la taberna Imanol y le dice a Andoni. –Andoni, al pasar por tu caserío, ha visto a tu mujer abrazada a un hombre, besándose y tal–. Y Andoni, enfurecido, abandona la taberna, monta en la bicicleta y a los diez metros se da el porrazo del siglo. Dolorido, pero filosófico, se lo confiesa a Imanol. –Esto me pasa por «preshipitado»; porque no me llamo Andoni, no estoy casado y no sé montar en «bishicleta».

Sánchez, seguramente influido por Begoña la de África, pegó el clarinazo de la exhumación del cadáver de Franco. Una excusa de aurora boreal. A Sánchez le importa un bledo que los restos mortales del general Franco descansen en el Valle de los Caídos. Ya había pactado con Podemos el desenlace de su mensaje publicitario. Derribar la gran Cruz que preside el valle de Cuelgamuros, como reconoció el socio estalinista semanas más tarde. La Cruz le molesta porque se ve muy bien desde su jardín de Galapagar. Y Sánchez se precipitó, se metió en un lío, mezcló en el barullo a la familia Franco, al Papa, al Arzobispo de Madrid, al Secretario de Estado del Vaticano y a la comunidad benedictina encargada de mantener y custodiar la basílica del Valle. Los benedictinos han recurrido y monseñor Osoro se ha llevado un soponcio, porque monseñor Osoro es un arzobispo extraño, con el rostro confuso y muy dado a las componendas. Con toda claridad, eso sí, expuso que si la familia Franco, propietaria de una tumba en la cripta de La Almudena deseaba ocuparla con los restos del preanterior Jefe del Estado, la Iglesia no podía oponerse a la decisión de la familia. Sucede que al tirarse el farol el «okupa» Sánchez, esposo de la salvadora de África, desconocía la propiedad de ese sepulcro, sito en la cripta de la Catedral de Madrid, junto al Palacio Real y la calle Mayor, lo que se llama la teta del Foro. Y ahora, en vista de la situación, el Gobierno se dispone a improvisar un cambio legal, es decir, una chapuza ilegal, para impedir el uso a la familia Franco de su propiedad. Según ha dicho la egabrense, con asnal contundencia, prohibirá a los Franco enterrar a su abuelo en la Almudena, y buscará para su descanso un lugar «decoroso y privado», porque son unos resentidos, pero más cursis que un lirio de marfil. Un lugar «decoroso y privado», para impedir que la tumba de Franco se convierta en una cita turística obligada de Madrid. «Con lo bien que está en Cuelgamuros, y ustedes metiendo la gamba», le dio a entender el cardenal Parolín a la eximia de Cabra. Meter la gamba, en italiano, es meter la pata, no me vayan a acusar de agente pornográfico.

El Gobierno de «okupas» además de la chapuza de la nueva ley, tendrá que crear una Dirección General dependiente del ministerio de Justicia con una única competencia. Dirección General de Lugares Decorosos y Privados. De no estar en la cárcel Villarejo, la ministra Delgado podría recuperarlo al efecto. Esta Dirección General sería la que, finalmente, autorizaría la inhumación definitiva del general Franco, siempre que los correspondientes recursos interpuestos por la familia le concedieran la razón a un Gobierno que ya no gobernaría, exceptuando la posibilidad de seguir haciéndolo mediante un golpe de Estado, que es posibilidad no excesivamente lejana.

¿Lugares decorosos y privados? El salón de una casa es el primero que se me ocurre. Pero las características de un salón decoroso y privado no encajan en las exigencias lógicas de una tumba cristiana. Quizá, y en agradecimiento a los miles de religiosos que gracias a Franco no fueron torturados y fusilados, el salón adyacente al despacho episcopal del señor arzobispo. Más decoroso y privado, imposible. En fin, que la precipitación sólo ayuda a trabar más el asunto, si es que ello es posible.

Otro lugar decoroso y privado sería el cementerio de Galapagar, cercano a «Villa Tinaja». Bueno, finalizo el texto, que no deseo oscurecer sino aclarar probabilidades.