Opinión

7 de noviembre de 1938

Los Partes de Guerra del Ejército Nacional y del Republicano son de dominio público. De cuando en cuando los consulto para divertirme o sufrir. Son parciales y mentirosos, y en algunos casos, cínicos y cobardes. Los del Ejército Republicano mucho más extensos, y por ende, más falsos. El último Parte del Ejército de la República alcanza elevados grados de comicidad. Se redacta el 27 de marzo de 1939, y dice así: «Ejército de Tierra. Frente de Extremadura. El enemigo inició una nueva ofensiva en el sector de Toledo, consiguiendo ocupar alguna de nuestras posiciones. En los demás sectores de este frente, sin noticias de interés. Frentes de Levante, Centro y Andalucía, sin noticias de interés». Consideraban que haber perdido la guerra carecía de interés. El Parte de Guerra del Ejército Nacional de aquella misma jornada es mucho más extenso. Cinco días más tarde, el 1 de abril, el parte es escueto: «En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. LA GUERRA HA TERMINADO. Burgos, 1º de abril de 1939 (Año de la Victoria).Fdo. El Generalísimo Francisco Franco Bahamonde».

En noviembre de 1938 el desbarajuste de las fuerzas republicanas era total. Ya habían perdido la guerra y lo sabían. Se entregaban a decenas de miles, y muchos aviones republicanos, casi todos ellos de fabricación soviética, aterrizaban en los aeródromos nacionales para rendirse. En la retaguardia roja, se mataban entre ellos mismos para saciar sus odios y venganzas personales. El 7 de noviembre, no obstante, nueve aviones republicanos bombardearon la localidad de Cabra, alejada de las contingencias del frente, ciudad indefensa y vivida mayoritariamente por ancianos, mujeres y niños. Podrían haber elegido Lucena, tan cercana y en las mismas condiciones de indefensión, pero eligieron Cabra. En los Partes republicanos del 7 y el 8 de noviembre se omite el brutal y salvaje bombardeo sobre Cabra. No existe Cabra, como no ha existido durante ochenta años para las izquierdas españolas. En el parte del Ejército Nacional sí se registra la masacre: «7 de noviembre de 1938. Actividad de la aviación enemiga: La aviación roja, huyendo de los encuentros aéreos que tantas pérdidas le cuestan y alejándose de todo objetivo militar, lleva varios días dedicada a batir pueblos civiles de la zona nacional, lo más alejados posible de las actividades militares y de los que les resulta más fácil la huida. Hoy correspondió la cobarde e inhumana agresión al pueblo de Cabra, en donde, durante la madrugada, nueve aviones rojos han sorprendido a la población civil bombardeándola y causando 86 muertos y 117 heridos, en su totalidad personas civiles y en gran número mujeres y niños. La España Nacional, generosa y justa con quienes engañados la han combatido sin crueldades, no dejará sin embargo, sin sanción ni debida respuesta crímenes de esta naturaleza». (Partes Oficiales de Guerra. Vol. I Ejército Nacional. Vol. II, Ejército de la República. Librería Editorial San Martín, Puerta del Sol 6, Madrid, 1978).

Finalmente, el número de civiles fallecidos aumentó a 109. En Cabra no se combatía, Cabra se hallaba lejos de los objetivos pugnados en aquel momento
–plena batalla del Ebro-, el Ejército Republicano ya había dado por perdida la Guerra, y Cabra padeció la cobarde reacción de la venganza. Silencio sepulcral de las izquierdas durante ochenta años. Guernica. Sólo existió Guernica, que sí era objetivo militar, aunque ello no justifique la crueldad de su bombardeo. En Guernica murieron 127 civiles, y en Cabra 109, pero sólo se habla de la localidad vasca. La izquierda española siempre ha sido muy parcial en sus valoraciones. En Guernica, los nacionales con la ayuda de la Legión Cóndor asesinaron a 127 civiles. En Cabra, los republicanos con el apoyo de la aviación rusa, propiciaron la muerte de 109 personas. Del susto, probablemente, porque ellos lanzaron sobre la localidad cordobesa las bombas para asustar, faltaría más. Y la vicepresidenta Calvo, egabrense ella, todavía no se ha enterado de qué fue la cosa.