Opinión

El mejor pantano

Aenas 190 kilómetros separan por autovía Madrid de Valladolid. Desde La Moncloa, tres kilómetros menos. Un inconveniente. Superado el kilómetro 37 y hasta el 48 se aprecia con claridad la gran cruz del Valle de los Caídos. Quizá sea ése, y no otro, el motivo de desplazarse por el aire. Una carretera interesante e histórica, que atraviesa Medina del Campo –«que anoche le mataron/ al caballero,/ la gala de Medina/ la flor de Olmedo»–, Tordesillas, Simancas y Valladolid.

Por tierra existe y se ofrece otra opción. Madrid a Valladolid en AVE se cubre en menos de 40 minutos. Salida desde Chamartín, prolongado túnel bajo Guadarrama, Segovia con su Alcázar a la derecha –a la izquierda en el retorno, y de golpe, sin avisar, la capital administrativa de Castilla-León. Allí en la estación, nueva y espaciosa, las autoridades recibirían al presidente del Gobierno, a su esposa, al Gobierno en pleno, a Tezanos, a cien asesores y a los acoplados que guste llevar consigo el doctor Sánchez, entre los que no pueden faltar la manicura, la peluquera y la costurera de doña Begoña, sin olvidar a la maquilladora y responsable de la arquitectura capilar de la ministra Celáa o Celaá, que siempre me confundo con el acentó. Creo que lo correcto es Celáa, según mi asesor de tildes.

En Valladolid se celebrará la Cumbre Hispano-Portuguesa. Resulta lógico que la Delegación lusa viaje en avión. Desde Lisboa a Valladolid media un trecho de 700 kilómetros, y no hay AVE. Pero fletar, para llevar al doctor Sánchez, a Begoña, a los ministros, a Tezanos, a los asesores y a los acoplados un helicóptero Puma, un avión Falcon, y un Airbus de Madrid a Valladolid se me antoja un derroche innecesario. Es lo que pasa cuando el presidente del Gobierno es un hortera de bolera con pretensiones de figura internacional. Claro, que el gasto corresponde al dinero público, y como ha dicho y repetido la vicepresidenta Calvo, el dinero público no es de nadie.

En esta fecha, ya con los fríos adueñándose de los bosques y llanos del norte de Europa, vuelan hacia España decenas de miles de grullas y de ánsares. Gansos y grullas. Gansos hacia Doñana y grullas rumbo a Extremadura. Es muy probable que se crucen en el trayecto Madrid-Valladolid, creando entre los ánsares y las grullas una profunda confusión. Cuando la naturaleza le ordena al ganso, al ansar común, que alce el vuelo y acuda a invernar en la tibia hospitalidad de Doñana, no entiende que otros gansos viajen hacia el norte fuera de tiempo y lugar. Y lo mismo sucede con las grullas, y en el caso de Isabel Celáa, con las anátidas de residencia circunstancial en España, como son los porrones moñudos, en su caso, porrona moñuda, para no herir la ideología de género. Van a alcanzar sus objetivos, los gansos y los porrones, las dunas y lucios de Doñana, y las grullas, las lagunas de Gallocanta, con una confusión y empanada mental de abrumadora inquietud. Sería conveniente que los de Pacma reaccionaran para impedir el desastre ecológico y el despiste aviar.

De viajar nuestros gobernantes en AVE hasta Valladolid, los gansos, las grullas y los moñudos no se cruzarían con sus congéneres, y la naturaleza, una vez más, vencería a los malvados humanos. De lo que no hay duda es que la factura de la Cumbre Hispano-Portuguesa va a ser de órdago a la grande. Y no por recibir como es debido y con todas las atenciones que merecen a nuestros hermanos portugueses, mucho más ahorrativos y menos horteras que los invasores del poder que hoy padecemos los españoles. Montar toda esa operación aérea para desplazarse de Madrid a Valladolid no es sólo una desfachatez y una horterada. Es un insulto a los españoles. Y perdón por la insistencia. Doña Begoña, que sigue en América haciendo la Ruta del Café, nada más llegar volará a Valladolid. ¿Y África, qué? No da con un palo al agua.