Opinión

Bragas por bandera

Hay días en los que la actualidad nos obliga a mirar una y mil veces el calendario para asegurarnos en qué tiempo vivimos. Si en 2018 las mujeres del denominado Primer Mundo o mundo civilizado (entrar en lo que conocemos como Tercer Mundo donde la violación a la mujer es casi un derecho del hombre, ni se contempla) se ven obligadas a echarse a la calle con las bragas en la mano ante una nueva aberrante sentencia judicial, es que la Edad Media no está tan lejos como creíamos.

En Irlanda, un tribunal absolvió a un acusado de violación porque su víctima llevaba un tanga «de encaje», como remarcó la letrada del acusado. Porque no solo fue el juez; había un jurado popular formado por 8 hombres y 4 mujeres, y la abogada defensora fue la primera en utilizar argumentos machistas y misóginos.

Es complicado de entender que en plena era del Metoo, donde el mundo aparta de la escena pública y profesional a un actor tras ser acusado de acoso sin mediar juicio alguno ni existir una demanda presentada, las mujeres tengan que salir enarbolando las bragas a modo de bandera porque un violador ha sido absuelto ya que su víctima llevaba un tanga. Aquí hay algo descompensado que terminará por engullirnos si no ponemos un poco de cordura y sentido común en este tsunami social.

No tendamos a confundir las revueltas en redes sociales viralizadas a golpe de hashtag #Metoo o #ThisIsNotConsent, con lo que realmente sucede. Que los logros no se queden en un titular, en una foto o en la portada de una revista. Despertar de un espejismo suele ser doloroso y desconcertante. Sentencias como esta lo demuestran.