Opinión

Inviable

El pobre doctor Sánchez ha visto como Bruselas le ha dicho que se deje de chorradas y presente unos presupuestos serios. También ha presenciado como un diputado grosero y energúmeno de sus socios de ERC ha escupido a su ministro de Asuntos Exteriores. Y se ha sentido orgulloso de su ministra de Justicia, la reprobada Delgado, que ha ordenado el abrupto cese del abogado del Estado jefe del departamento Penal, don Edmundo Bal, que se ha negado a retirar la acusación de rebelión contra los golpistas del separatismo catalán. Pero lo que más ha herido al pobre doctor Sánchez ha sido la constatación de inviabilidad a su más preciado proyecto. La construcción del aeropuerto de La Moncloa.

En helicóptero, desde La Moncloa a Barajas o Torrejón se precisa invertir entre ocho o diez minutos de su preciada vida. Preciada y preciosa, que no deseo quedarme corto. Y tenía pensado construir un aeropuerto, con capacidad para grandes aeronaves, en La Moncloa. Pero son muchas las administraciones competentes, y le han tumbado, de momento, el proyecto. Lógica medida, por otra parte, cuando se ha aprobado la construcción del aeropuerto sur de Madrid, el Madrid II, financiado por la iniciativa privada.

He tenido acceso a los planos del malogrado aeródromo de La Moncloa, en cuya pista de despegue y aterrizaje también se autorizarían las maniobras a los aviones con destino o procedentes de África que transportaran a doña Begoña, que está entregada de lleno a su reciente contrato con una empresa privada orientada al desarrollo africano. Pero claro, era de suponer el rechazo al proyecto por razones de seguridad. Un cuarto aeropuerto en Madrid para uso exclusivo del presidente Sánchez supondría un gasto de muy complicada amortización, más aún, cuando al término de las obras, el doctor Sánchez es más que probable que viva en Cuba.

La cabecera de pista, orientada al noroeste, se hallaría en lo que hoy es el campo de rugby de la Ciudad Universitaria. Y la pista, que ocuparía tres hoyos del campo de golf del Real Club de Puerta de Hierro, llegaría hasta el Tiro de Pichón de Somontes, donde se levantarían los correspondientes e imprescindibles hangares. Se derribarían –el Ayuntamiento lo tiene previsto– unos dieciocho chalés de la Ciudad Puerta de Hierro y los edificios adyacentes, incluído el hotel Monte Real, que se ubica en un lugar inadecuado. Tan inadecuado, que de mantenerse en pie, el Jumbo o el Airbus que llevara al doctor Sánchez a Caracas o Bruselas, tendría que variar su rumbo tanto en el despegue como en el aterrizaje, con el correspondiente susto de la tripulación y viajeros. Una curva cerrada en la pista, es un incordio. También, y por razones de seguridad, serían destruidas las facultades de Derecho, Medicina, Ciencias Económicas y Farmacia, así como un número indeterminado de Colegios Mayores. La seguridad es primordial y una facultad se puede construir en cualquier sitio, según han manifestado y coincidido Tezanos y Carmen Calvo. Para no comprometer la maniobra de aproximación, se achatarían diferentes edificios de la zona de Argüelles, el Hotel Meliá, la Fundación Jiménez Díaz, el Corte Inglés y las torres del Cuartel General del Aire. Y si la aeronave que se aproxima con doña Begoña en su interior pertenece a «Air Congo», «Air Ghana» o «Djibouti Airways», se prohibiría circular por la carretera de La Coruña hasta que el avión hubiera apagado completamente los motores. Otra lógica medida de precaución.

Para no herir la sensibilidad del doctor Sánchez, con el agravio comparativo del Aeropuerto de Madrid Barajas que lleva el nombre de Adolfo Suárez, el aeródromo de La Moncloa sería llamado «Aeropuerto Pedro Sánchez», al menos, hasta que se vaya de España.

Lo malo es que, según mis informadores en este tipo de asuntos, y a pesar del apoyo de Podemos, Bildu, ERC, y PdeCAT, su aprobación está en el aire, y nunca mejor escrito.

Inviable, dicen los fascistas.