Opinión

Mochila viajera

Pedro Sánchez y su esposa, doña Mochila, han estado en Cuba. Durante su estancia en La Habana no han tenido tiempo ni ganas de hablar con la disidencia perseguida o encarcelada. Pero él si encontró un tramo blanco en su apretada agenda para rendir homenaje a los asesinos de la libertad de los cubanos. Al fondo, la figura del Ché, criminal autorreconocido en la ONU y psicópata sangriento. Las urgencias mandan, y en lugar de pasar tres días en Cuba, Sánchez, con mochila o sin ella, tendría que haber cancelado el viaje habanero y presentarse en Bruselas para evitar su ridículo gibraltareño, que nos ha vendido como un éxito histórico cuando en realidad no ha hecho otra cosa que entregar al Reino Unido Gibraltar para siempre, como deseaba su socio, el traidor y golpista Quim Torra.

He leído en ABC el reportaje de su enviado especial a La Habana Víctor Ruiz de Almirón. «Sánchez impone a su esposa en la agenda exterior de España». «La mujer del presidente va ganando presencia a pesar de que no tiene rol institucional alguno». Y en el texto, un párrafo interesante, valiente y que honra al periódico centenario y monárquico: «La Moncloa, incómoda: En La Moncloa éste no es un asunto con el que se encuentren especialmente cómodos, y no se dan muchas explicaciones sobre la intensa presencia de Gómez en actos institucionales, ya que hay que recordar que la mujer del presidente tiene una ocupación profesional en el Instituto de Empresa, que logró precisamente tras la llegada de su marido a la presidencia del Gobierno». Comentario valiente, porque la permanente irregularidad laboral que se le autoriza para ser la mochila viajera de su esposo, se la permite quien fuera también el presidente de Vocento.

Como tenemos muchos amigos comunes, y ya se sabe lo que gusta en España sacar a pasear a la húmeda, me dicen que el expresidente de Vocento y uno de sus exconsejeros, el segundo amigo desde la infancia, me van poniendo a parir por mi insistente preocupación por el bien de su empresa. Me considero un defensor de la normalidad empresarial del Instituto de Empresa cuando expreso mi inquietud por las continuas bajas laborales de la señora Gómez. Creo que el resto de los ejecutivos y trabajadores de esa empresa están padeciendo de injustos agravios comparativos. Cuando se percibe un sueldo esplendoroso en una empresa sin méritos probados, lo menos que se puede hacer y exigir es que la afortunada contratada acuda diariamente a la oficina. Si no es así, da que pensar el motivo de la contratación y se abren los espacios de la sospecha, la curiosidad y la interpretación negativa. Resulta curioso que en La Moncloa estén más preocupados por la relajación laboral de la señora Gómez que en el propio Instituto de Empresa, que es el que le paga, y muy bien, a la señora Gómez a cambio de no dar con un palo al agua. No obstante, mis viejos amigos, uno con especial irritación desde su habitual pasmo, me ponen a caer de un burro, cuando yo no hago otra cosa que defender sus intereses.

Pero cumplidora o no con su empresa, la mochila viajera no es nadie para representar a España en los viajes oficiales, acertados o no, de su marido. No tiene rol oficial la mujer del presidente del Gobierno, y su presencia presenta inconvenientes protocolarios. Puede concederle Sánchez a su esposa y mochila el rol oficial que ella desea mediante un Decreto-Ley, que es lo mejor que hace. Pero mientras no se publique en el Boletín Oficial del Estado, la señora Gómez de Sánchez, la mochila invasiva, se tendrá que conformar acudiendo puntualmente a su trabajo, porque puede crear un peligroso precedente laboral no sólo en su empresa, sino en otras de similares características en sus sistemas de contratación.

Me sumo a cuantos se sienten preocupados por la permisividad laboral o antilaboral que disfruta la señora mochila del presidente.