Opinión

Morir por Cataluña

Las huelgas de hambre en España son tan exclusivas como extravagantes. Huelgas de hambre de presos extraordinariamente tratados y alimentados. Que le pregunten a Ortega Lara lo que se siente durante 550 días encerrado en un sótano húmedo y alimentado como un judío en Treblinka o un ruso en un campo de concentración siberiano. Eso no es huelga de hambre, es hambre y tortura. Otegui, el etarra amigo de Pablo Iglesias, Puigdemont, Torra y Évole, retó al Estado con una heroica huelga de hambre. Le falló el metabolismo. En lugar de adelgazar, a los diez días de huelga se vio obligado a interrumpirla porque había engordado quince kilos. En alguna parroquia vasca se llegó a calificar el prodigio de milagro celestial. Pero lo cierto es que no se produjo el milagro deseado para beatificar a San Arnaldito. Lo que sucedió es que el héroe, la víctima de la sociedad, el reo del Estado Español, se puso morado a cocochas de merluza, chipirones en su tinta y «txangurro» desmenuzado en su caparazón durante su huelga de hambre. Sus médicos se lo recomendaron. «Otegui, como sigas con la huelga de hambre se te va a poner el colesterol por las nubes y te puede dar un tantarantán vascular». Y el otro, el que engañó a Zapatero y Rubalcaba, el asesino De Juana Chaos, metía la tripa con muy avanzada técnica. Lo pusieron de patitas en la calle, pasó unos días en San Sebastián custodiado por la «Ertzantza», y se escapó a Venezuela vía Irlanda del Norte. Pero tampoco fue una huelga de hambre hambrienta, y perdón por el ingenioso juego de palabras. Dicen los que hacen voluntaria dieta para adelgazar, que lo primero que se pierde es el llamado apetito sexual. Que ya puede aparecer en bolas María Sharapova y la reacción del hetero a dieta de grasas y albúmina es la misma que si la aparición la protagoniza un piraucho de goma. Y De Juana Chaos, en plena huelga de hambre se lo pasaba en grande cuando era visitado por su entonces novia, Irati Aranzábal, que le inducía con sabios manejos a los gustirrinines de marras.

Algo parecido va a suceder en la cárcel de Lledoners con Jordi Sánchez y Turull. Junqueras se ha negado a participar en la farsa, porque ha conseguido adelgazar y recuperar su peso con la huelga de hambre se le antoja un despropósito. El endocrino le ha recomendado que no haga huelga porque se ha puesto como un pincel. Bingo Little, personaje de la saga de Jeeves y Bertie Wooster del genial Wodehouse, se había enamorado locamente. Su amada aborrecía a los hombres gordos, y Bertie le envió un telegrama confuso. «Evita salchichas. Rechaza jamón». Pero Little se forró a patatas y el amor perdió todas sus posibilidades de éxito. Tengo para mí, y es intuición que no prueba, que Jordi Sánchez va a engordar más que Turull en esta heroica huelga de hambre que ha celebrado desde Waterloo el fresco del forajido prófugo. Una de las escasas ventajas que un ser humano o humanoide encuentra en Bélgica, es que se come muy bien, y más aún, si convida Matamala. El amigo Matamala ha roto el tópico del catalán tacaño y pesetero. No se conoce generosidad mayor. Lleva gastados en mejillones, estofados, bistecs, vinos, postres y chocolates para Puigdemont una millonada. Así es fácil alentar una huelga de hambre, aunque sea falsa y sostenida por la constante degustación de butifarras al huevo y crema catalana. Por otra parte, Sánchez es más robusto que Turull, y necesita más butifarra para morir de hambre que su compañero de gesta. Y a ver cómo metabolizan los embutidos y se comportan los colesteroles y transaminasas, que en una huelga de hambre tan rígida como la anunciada, hay que soplar buenos vinos para no decir bobadas y moverse sin dificultad. Todo queda en manos del máximo responsable de las prisiones en Cataluña, que es Quim Torra, su carcelero principal al día de hoy.

Les recomiendo, pues, mucho cuidado con las dietas durante la huelga de hambre en nombre de los médicos, farmacéuticos, bomberos, restauradores y estudiantes de Cataluña, que esos sí que pueden experimentar el hambre si continúan gobernados por estos farsantes, mentirosos, chantajistas y majaderos.