Opinión

Adiós a las medias tintas

Sí, sí...mucha risita suelta a cuenta del Abascal caballista, pero ahí lo tienen ustedes presumiendo de haber entrado en el parlamento andaluz con la legitimidad que le dan casi medio millón de votos, que es mucha. Cosas de la democracia y del pueblo soberano, ya ven. Y en Andalucía, oigan. Las izquierdas buscan culpables sin querer reconocer que todos subestimaron a Vox relegándolo al papel de sopapo en mejilla ajena cuando lo cierto es que tenía vida propia; una vida surgida al calor de los errores de unos y otros y alentada por los independentistas catalanes, cuya ayuda ha sido inestimable para que Vox hoy siga brindando, con vino español por supuesto, mientras prepara su consolidación en las próximas citas electorales. Hasta hace muy poco, nadie excepto un puñado de exaltados, necesitaba echar mano de los partidos radicales.

Durante décadas, España fue un país de ideologías moderadas para las que la búsqueda del centro era la del Santo Grial. Hoy, tras cuarenta años de democracia, tenemos partidos anticonstitucionalistas, independentistas, de izquierda extrema y de extrema derecha ocupando escaños porque así lo han querido los electores. El centro se ha centrifugado y ya solo lo reivindica Ciudadanos a costa de no pocos dolores de cabeza, mientras izquierda y derecha se fraccionan en grupos cada vez más radicales fruto del cabreo de sus propios votantes. Pierden fuerzas las posturas blandas, las medias tintas, el toreo de salón, y se imponen los trazos gruesos, el negro sobre blanco, el mensaje sin adornos.

La gente busca respuestas, un sí o un no que vaya a misa y que no mute en su contrario al amor de las alfombras de Moncloa. Intuyo que lo seguiremos viendo en las próximas elecciones, y sinceramente, no sé si eso significa madurez democrática o que, como diría Juan Luis Guerra, "la guagua va en reversa", pero es lo que hay. Y que vuelvan a intentarlo las encuestas.