Opinión

A vuela pluma

Análisis andaluz a vuela pluma. La Sultana ha perdido por culpa de Sánchez. Los pactos vergonzosos y vergonzantes del «okupa» de La Moncloa han sido determinantes. Casado ha demostrado que el PP puede aspirar a otros techos a partir de ahora. Y su candidato no era el idóneo, pero su presencia en la campaña electoral le ha llevado al éxito. Ciudadanos también ha dejado su sello, y lleva camino de convertirse en una UCD con muchas y grandes posibilidades. Podemos, a pachas con Izquierda Unida, ha perdido 300.000 votos, ha dejado de ser la llave de la ignominia, e iniciado su descenso. Vox ha protagonizado la sorpresa, el pasmo y el susto. Parece que la consigna es referirse a la formación liderada por Abascal como «extrema derecha». Vox no ha hecho otra cosa que recoger en las esquinas y los basureros los principios y valores de un PP acomplejado –el de Rajoy, Soraya y el repartidor de comisiones Montoro–, que decepcionó y humilló a centenares de miles de sus afiliados y votantes. No termino de entender que esa supuesta «extrema derecha» merezca el rechazo de la propia derecha y la extremísima izquierda de los estalinistas de Podemos sea tan respetada. Vox defiende, ante todo, la unidad de España, y Podemos su destrucción. De ahí la inquietud que produce oír en los medios de comunicación supuestamente afines al constitucionalismo la calificación de un partido, Vox, que con un mérito indiscutible y sin apenas medios ni estructura, ha conseguido doce escaños en Andalucía.

Me extrañó que Susana Díaz invirtiera más de la mitad del tiempo de su llanto público en denunciar a la «extrema derecha» de Vox y no tuviera reaños, ya en la derrota, de repartir las culpas entre su persona, la corrupción de los ERE y los pactos traidores de Sánchez. Andalucía puede ser roja, pero siempre española. El cambio se ha producido, y el responsable no es Abascal, sino Pedro Sánchez, que se ha atrevido a exigir al resto de los partidos que gobierne en Andalucía el más votado, el PSOE, mientras él gobierna en España con 85 diputados y el apoyo de los separatistas, bilduetarras y podemitas.

Iglesias, por los doce escaños de Vox llama a las barricadas. Hermosísimo y vibrante el mensaje de su señora, redactado desde su chalé de La Navata, en Galapagar, al amparo de la chimenea y en el amplio salón de sus meditaciones reivindicativas: «Alerta mujeres, pensionistas, trabajador@s (sic). O les paramos los pies, o dividirán nuestros barrios, harán que nos odiemos entre vecinos, y que los poderosos sean intocables. Paremos los pies al machismo, al odio, al fascismo. Toca moverse para frenarles en España. Quieren frenar la revolución de las mujeres con una vuelta a la oscuridad más reaccionaria. No podemos quedarnos paradas. Toca ser más, multiplicar lo común, más derechos y libertades. Toca más revolución de las mujeres». Emocionante en sumo grado. El éxito del PP, de Ciudadanos y de Vox en Andalucía, y el fracaso del PSOE y Podemos, dividirá los barrios con el odio entre sus vecinos. Los humildes barrios proletarios, las urbanizaciones de lujo como La Navata, y estallará la ira del pueblo contra los poderosos. Quizá por ello, para proteger a Iglesias y Montero, los españoles les pagamos la seguridad oficial que procura la Guardia Civil. Cuidado con el fascismo y la extrema derecha. Hay que movilizarse contra la extrema derecha de Vox, que en un sistema democrático se ha dedicado a movilizar los votos, que son los que cuentan.

Y una última reflexión en este texto escrito a vuela pluma. ¿Qué hacemos con Tezanos, con Rosa María Mateo y con Begoña Gómez? Merecen lo mejor. Tezanos se ha cargado al CIS, Rosa María Mateo a RTVE, y Begoña Gómez a su amado esposo. Ahí, nada han tenido que ver ni el PP, ni Ciudadanos ni Vox. Por mí, que permanezcan en sus puestos y responsabilidades conyugales. De esta guisa, el batacazo de Sánchez en las obligadas elecciones generales que habrán de convocarse en las próximas semanas, está asegurado. Y le acompañarán en el morrón los proletarios del barrio de La Navata, que están indignados con los de Vox. En fin, situación interesante y hasta divertida, lo cual es de agredecer.