Opinión
Simplona
Me hallo en el norte, mi norte. Ha amanecido un día esplendoroso, de pájaros y bosques detenidos. Un amigo me ha inquietado. –¿Sabes que Teresa Ribera quiere prohibir los toros y la caza?–. Estaba en pleno ejercicio de jardinería, podando la buganvilla de mi porche, cuando el agobio me ha aumentado. Lo primero que le he preguntado a mi amigo nada tiene de original. –¿Y quién es ésa Teresa Ribera?–. –Tú tienes la obligación de saberlo. Teresa Ribera es la ministra de Transición Ecológica del Gobierno de España–. Ni por esas.
Puedo asegurar y aseguro, que no tenía ninguna información al respecto. Teresa Ribera, Teresa Ribera... –¿Con B o con V?–; –creo que con B–, me ha aclarado mi amigo. –Conozco a una Teresa Ribero con B y una Teresa Rivero con V, pero ninguna es capaz de pretender prohibir los toros y la caza. Por otra parte, ¿de qué es ministra ésta buena mujer?– ; –de Transición Ecológica–. –Bueno, de eso no tiene culpa. Sólo un majadero como el «okupa» puede crear un ministerio tan cretino–; –tienes razón–.
Y me han llegado los periódicos. Abandonadas provisionalmente las buganvillas y después de desmigar un «sobao» pasiego para incitar la presencia de los pájaros –en mi jardín, mucho más pequeño y menos violento que el de La Navata–, los pájaros invernales más aficionados al bollo pasiego son los petirrojos, los gorriones, las lavanderas, y de cuando en cuando, algún mirlo piquigualda despistado. Cuando desmigo el «sobao» se disponen a zampárselo a toda prisa, porque en un nogal agonizante habita una ardilla roja, que disfruta espantando a los pájaros para quedarse con todas las migas. Lógico, siendo roja...
Y efectivamente. En los periódicos se comentan las palabras de Teresa Ribera, la ministra que ignoraba existía, y que vista en foto, sinceramente, ni fu ni fa. Y no era un invento de mi amigo. Quiere prohibir los toros y la caza. Los toros –según ella, simplona cimera–, «porque le gustan los animales vivos y no entiende a los que van a los toros a disfrutar viéndolos sufrir». Permítanme que escriba con libertad y una sonriente falta de respeto. Si llamar al Rey en España «hijoputa» es libertad de expresión según sentencia del Tribunal Supremo, no creo que sea considerado delictivo escribir que esta ministra es idiota. Nadie va a los toros a ver sufrir a un animal. Se va a los toros a disfrutar del arte en movimiento, de una fiesta cultural de siglos enraizada en la Cultura española y universal. Un arte, que analizado desde su concepto colateral de industria, genera cada año 2.000 millones de euros. Y quizá desconozca la simplona que la conservación de las maravillosas dehesas españolas y portuguesas, 500.000 hectáreas en total, se mantiene intacta y floreciente gracias a los ganaderos de bravo, que cuidan los campos con dedicación, esmero y generosidad. Sus palabras insultan a millones de aficionados al arte de la Tauromaquia.
Y si a la ministra zoquete le gusta ver a los animales vivos, lo primero que tiene que hacer es levantar un monumento a la caza a las puertas de su ministerio chorra. Los propietarios de cotos, los guardas y los cazadores son los que han llenado de animales vivos las sierras, manchas, y dehesas de España. Prohibida la caza, el desequilibrio asesina. La Segunda República prohibió la caza –no por decisión científica sino para fastidiar– y en 1935 los venados que vivían en nuestras sierras eran más pequeños que los conejos. La caza en España, como la tauromaquia, mantienen la riqueza, los puestos de trabajo y detienen el éxodo del medio rural. Esta chica, ministra de Transición Ecológica, ministra de risa, tendría que saber que el 80% de los éxitos en la salvación del lobo se debe a la generosidad de los propietarios de campo que los han acogido y de la paciencia de miles de ganaderos que se encuentran todos los días con sus ovejas, cabras o terneros masacrados por el lobo, maravilloso animal que pasma y asombra a quienes no lo padecen.
España es un paraíso mundial de la caza. Caza de pelo y caza de pluma. En España más de seis millones de ciudadanos, libres y con sus derechos constitucionales en la mochila, acuden a las corridas de toros, a disfrutar del arte en movimiento con la muerte, y no a sentir gozo por el sufrimiento del toro. Lo escribió Rafael Alberti, que era aún más rojo que ella: «Da su junco a la media luna fiera/ y a la muerte su gracia, de rodillas».
En conclusión, que esta chica de los Ribera o los Rivera, que es ministra de enchufe en un ministerio que suena a pitorreo, lo que tiene que hacer es marcharse. Afortunadamente, lo hará en pocas semanas. Vuelvo con mis pájaros.
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