Opinión
Un siglo de tía
mi tía teatral preferida cumple un siglo. Es hija del talento de mi abuelo materno, don Pedro Muñoz-Seca, del Puerto de, Puerto de Santa María. Se llama «La Venganza de Don Mendo». Su estreno, en el Teatro de la Comedia de Madrid el 20 de diciembre de 1918, resultó apoteósico. El primer Don Mendo fue Juan Bonafé. La crítica, abrumadora a favor aunque también influyeron las ideas políticas y la acidez de los mediocres. Manuel Machado, grandísimo poeta y crítico teatral, alabó sin reservas la polimetría, la carpintería y el ingenio poético de la obra. Enrique de Mesa, poeta de la zona baja del montón y crítico teatral, le vaticinó menos de una semana en la cartelera. Buena vista. Al cabo de 100 años, el «Don Mendo» es la obra teatral más representada en la historia del teatro español, por encima del Tenorio de Zorrilla. En una entrevista le preguntaron a don Predro si se sentía herido por la crítica de Mesa. –No, en absoluto. Nunca me ha importado la opinión de los muebles–. Y Mesa se enfadó. Le escribió a don Pedro la típica carta del mediocre que odia al triunfador. Don Pedro, que era un hombre de exquisita educación, le respondió: «Su carta, pobre pedante,/ me he leído en un pispás./ Ahora la tengo delante;/ pronto, la tendré detrás».
En 100 años, grandes actores han puesto voz, arte y vida a Don Mendo. Desde Valeriano León a Raúl Sender. Mis preferidos son dos. José Luis Ozores y José Sazatornil. Casi todos los directores, cuando Don Mendo se esconde en la figura del trovador, lo amariconan. Grave error. Don Mendo no era femenino. Más bien al contrario, un cornudo desplazado por la ambición de Magdalena, y obsesionado por la venganza y la palabra dada. Don Mendo es una caricatura de tragedia, una caricatura bienhumorada y genial de los coñazos de Echegaray. Centenares de ediciones, la última, del formidable Luis Alberto de Cuenca con estupendas ilustraciones de Fer. Mi favorita, claro, la dibujada por Antonio Mingote que editó con más erratas de las admisibles el Círculo de Lectores-Galaxia Gütenberg. Le regalé una caja de lápices con 140 colores para que llevara a cabo su ilusión y la mía. Los originales, parece ser que han desaparecido o se han extraviado.
Tenía don Pedro 39 años cuando se estrenó Don Mendo. Cuando fue asesinado en Paracuellos del Jarama por el Frente Popular de comunistas y socialistas había cumplido tan sólo 57 años. Actualmente está en proceso su causa para la beatificación con 40 mártires más, civiles y religiosos, que dieron ejemplo de valor cristiano y entereza durante el terrible cautiverio. El gran responsable del genocidio de Paracuellos, Santiago Carrillo Solares, tiene una calle con su nombre en Madrid.
Don Pedro fue detenido en Barcelona a finales de julio de 1936. Había estrenado en el Poliorama «La Tonta del Rizo». Le recomendaron que se escondiera. Paseaba por la Plaza de Cataluña cuando dos inspectores de la policía republicana lo reconocieron. En «El Socialista» se da cuenta de su detención de una manera curiosa: «El funcionario de Seguros Pedro Muñoz-Seca que paseaba en mangas de camisa, fue detenido ayer en la Plaza de Cataluña de Barcelona». Por la redacción de la noticia se deduce que Muñoz-Seca fue detenido, encarcelado, torturado, vejado y asesinado por pasear en mangas de camisa.
Cuando escribió «La Venganza de Don Mendo», don Pedro, a pesar de su juventud, padecía de fuertes dolores en el estómago. Se mantuvo en cama cuatro meses, y en ese período de tiempo escribió su obra maestra. «Por fin –dijo–, he podido escribir una comedia con calma, sin que me atosiguen los empresarios». Su liquidación en la Sociedad de Autores fue, durante mucho tiempo, la más cuantiosa. También intervino la envidia. Lo dejó escrito don Jacinto Benavente. «A Muñoz-Seca no lo asesinó exclusivamente la barbarie. Intervino en su crimen la envidia, esa enfermedad del ánimo que tanto abunda en España».
Que les den morcilla, abuelo. Y enhorabuena.
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