Opinión

Fluido eléctrico

Hay que reconocer los errores y las equivocaciones, y asumo el error y la equivocación de mi amarga crítica veraniega a la confección de la plantilla de jugadores del Real Madrid. Creo que llegué a escribir que parecía obra del amigo de Florentino Pérez y máximo responsable de la cadena de televisión del Real Madrid, el camarada Roures, que es independentista y del «Barça». El madridismo no se puede quejar. Ha disfrutado de dos triunfos históricos en el Campeonato Nacional de Liga en los dos últimos partidos disputados. Jamás había ganado en Huesca, y el club blanco se impuso por 0-1 en el dificilísimo estadio oscense. Y con el Rayo Vallecano, gracias a su juego fluido y eléctrico, el Real Madrid se impuso sin problemas por el mismo resultado, 1-0. Lástima de derrota por 0-3 con los rusos eliminados. Un partido sin importancia, como dicen los periodistas independientes de los medios controlados por Florentino Pérez. En ese encuentro oficial, retransmitido por televisión a todo el mundo, el Real Madrid renunció a su fuerza torrencial, a su fluido eléctrico, a su fútbol que enamora, a su insuperable acierto ante la portería contraria, y perdió 0-3 en el Bernabéu. Pero fue injusto. Creo recordar que un balón rozó el poste de la portería rusa, y eso hay que reconocerlo. Sin olvidar las incursiones verticales de Isco, al que ya conocen en todo el mundo como «la Gacela Blanca».

Como dejó dicho, con su sosiego habitual y siempre inalterado, el portavoz Emilio Butragueño, «Florentino Pérez es un ser superior». Este verano, cuando agosto agonizaba, le comenté a un gran colaborador de Florentino que, en mi humilde opinión, el Real Madrid se enfrentaba a toda una temporada con una plantilla mediocre. Y me arrepiento de mis palabras. Ese Marcelo en forma, ese Ceballos que recuerda a Beckenbauer en sus mejores momentos por el respeto que impone, ese Asensio lúcido, ese Isco demoledor, ese Ramos inteligente y sereno, ese Lucas Vázquez incisivo, ese Vallejo... Cristiano Ronaldo, el viejo portugués, con mucha suerte, eso sí, se está hinchando a meter goles en la Juventus, que tan malamente planifica las temporadas. Y en el Real Madrid, Benzemá, el criticado por los piperos, sigue jugando como si Cristiano estuviera a su lado, pero nadie le ha explicado que sus desmarques y cambios de ritmo ya no sirven para nada porque Cristiano está en Turín y el presidente –siempre acertado–, no consideró necesario sustituírlo. Pero no es problema. El Real Madrid, con Lopetegui o con Solari, está que se sale. Lopetegui intentó que la plantilla entrenara un día más a la semana, y los capitanes le dijeron que naranjas de la China. Con Solari sucede lo mismo. Ver a Sergio Ramos persiguiendo a un delantero es un espectáculo embriagador. En pocos meses se podrá organizar una prueba de 100 metros lisos en la que compitan Ramos, Isco, y Ceballos. Los tres en la misma dirección, claro, que los grandes deportistas necesitan de orientaciones sabias y certeras.

Estoy inmerso en la ancianidad y soy madridista desde mi niñez. He disfrutado de la generación de Di Stéfano, Puskas y Gento. De la de Pirri, Velázquez y Amancio. De la generación del Buitre, que era mejor futbolista que portavoz. De Stielike, Sanchis, Roberto Carlos, Ronaldo el Gordo, Zidane, Beckham... No entran todos en este espacio. Pero jamás habría disfrutado tanto como ahora, con ese fútbol de fluido eléctrico que el Real Madrid practica, con esa velocidad, ese remate, esa sencillez, ese donaire y ese alarde de forma física de todos sus jugadores.

De ahí mi arrepentimiento. Tendría que haber esperado a éstas alturas de la temporada en lugar de escribir en público y decir en privado que esta plantilla no es digna del Real Madrid. Claro que lo es. Vamos los cuartos. Y si hubiéramos tenido algo más de suerte cara al gol, ya seríamos los primeros. Gracias por vuestro espectáculo. Gracias por vuestro tesón. Sois los mejores de la Historia. Enhorabuena a Roures.