Opinión
Secretos de Estado
Uno ha creído desde niño que los secretos de Estado tienen que existir y tratan de asuntos importantísimos. Los contribuyentes no pueden estar al tanto de los secretos de Estado, entre otras razones, porque de estarlo dejarían de ser secretos y la seguridad del Estado se agrietaría. Otra cosa es un secreto de familia. En la mía se ocultó durante decenios que teníamos una tía machorra, e ignoro el motivo de la ocultación. Y los nacionalistas vascos jamás han permitido que se les pregunte por qué eligió Sabino Arana la milagrosa ciudad de Lourdes para su viaje de bodas. Al fundador del PNV se le atribuía una modestísima alegría en su virilidad y Lourdes es sitio milagroso. Pero el milagro no cuajó, lamentablemente. Claro, que hay secretos de familia que pueden declararse secreto de Estado, como la boda de un cuñado del presidente del Gobierno.
El hecho es como lo narro. El amor haciendo de las suyas. Y mientras hacía de las suyas, anidó en el corazón del hermano de doña Begoña, la señora de Sánchez, la del trabajo en África. Y resultó un amor correspondido. Como escribió Wodehouse «eran dos corazones latiendo al unísono». Don José María Pemán no estaba de acuerdo con la intervención del corazón en los asuntos referentes al amor. El corazón es un órgano insensible, que bombea la sangre, pero no se altera con los ánimos. Decía Pemán que son los intestinos los que reflejan las sensaciones, y que fueron los poetas los que se inventaron lo del corazón porque no resultaba nada romántico declararse a una mujer de esta guisa: «Te amo con todo mi duodeno».
El hermano de doña Begoña, la señora de Sánchez, la del trabajo en África, casó con su bella novia en Aldeanueva de Cameros, distinguida localidad riojana. Y no podía doña Begoña faltar a tan trascendental acontecimiento. Dicho y hecho, y acompañados de sus hijas –sobrinas carnales del contrayente–, despegaron de La Moncloa en un helicóptero Puma del Ejército del Aire para trasladarse al aeropuerto de Agoncillo, sito en La Rioja. Allí les aguardaban los coches oficiales y una multitud de guardias civiles. Por carretera, con la comitiva de escoltas y asesores, llegaron a tiempo a Aldeanueva de Cameros, y en el abundante y elegido ágape posterior al enlace, brindaron por los novios y aplaudieron el corte del piso alto de la tarta. Es decir, un hermoso asunto familiar. Sucede que el uso del helicóptero, los gastos que dicho uso conllevan, el despliegue de la Guardia Civil desde Agoncillo hasta Aldeanueva de Cameros, el retorno aéreo y demás fruslerías, fue interpretado por la oposición como un innecesario, abusivo y descomunal derroche de dinero público invertido en un festejo familiar y privado. Y al cabo de los meses sin ofrecer la factura del dispendio, el doctor Sánchez ha decretado que los gastos de la boda del cuñado sean considerados Secreto de Estado «por motivos de seguridad». Y me pregunto. Si la boda se celebró en junio ¿a qué motivos de seguridad se refiere? Otra cosa sería que la boda se celebrara próximamente, y en ese caso los motivos de seguridad encajarían en el abuso. Pero si el feliz enlace tuvo lugar hace cinco meses, carecen de sentido los motivos de seguridad con carácter retroactivo. En conclusión; que no quieren decir lo que costó la broma de la boda porque el escándalo sería mayúsculo. Una golfada más de este matrimonio gorrón, y séame permitido escribirlo con el mayor respeto, más hortera que un Rólex de oro y brillantes en muñeca saudí.
Se comenta que ya está el Falcon dispuesto para llevar a nuestra pareja a Huelva –Doñana, Las Marismillas–, y a Canarias –La Mareta–, donde disfrutarán de 17 días de vacaciones con motivo de La Nochebuena, Navidad, fin de años, Año Nuevo, y Reyes. Plenas vacaciones escolares. Chorro de dinero público invertido en las nubes. Y España sin gobernar y África desamparada. El cuñado nos ha salido por un ojo de la cara.
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