Opinión

Día de los Inocentes en La Moncloa

Pedro Sánchez esperaba mucho del Consejo de Ministros de Barcelona. Además de la distensión, guardó para ese día dos medidas sociales estelares: la aprobación de una espectacular subida del salario mínimo del 22,3% hasta los 900 euros y un aumento de las retribuciones para los funcionarios del 2,25%, que será algo mayor –0,25 puntos– si el PIB crece lo previsto. La primera es cosecha propia del Gobierno de Sánchez; la segunda es la aplicación de algo que ya pactó Rajoy en marzo con los sindicatos. El destino, siempre caprichoso, le permite apuntarse ese tanto al actual inquilino de la Moncloa. No obstante, el ruido creado alrededor del periplo barcelonés del Gobierno, con la ciudad tomada, y el encuentro del día anterior del presidente con Torra –y de las ministras Calvo y Batet con los consejeros Aragonés y Artadi– han eclipsado el contenido económico-social que había diseñado el equipo presidencial, que ha quedado en un muy segundo lugar.

Pedro Sánchez, ahora, tiene en el horizonte el próximo viernes, 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, para intentar desquitarse del fiasco –es lo que ha sido– de su acercamiento catalán. El futuro del Gobierno depende de que logre sacar adelante los Presupuestos de 2019 y el presidente está dispuesto a dar la batalla. Los independentistas de ERC y del PDeCAT, que ahora han apoyado la senda de déficit –1,8% frente al 1,5% previsto por Montoro–, también parecen partidarios de permitir la tramitación de las cuentas del Estado. Eso no significa que otorguen su definitivo visto bueno. Por razones económicas, les gustaría hacerlo, pero en pleno juicio contra los procesados del «procés», acaso no se atrevan a avalar esos Presupuestos. Sin embargo, la sola tramitación concede a Sánchez algo más de tiempo y quizá le permitiría eludir un superdomingo electoral y dejar los comicios generales para el otoño. No obstante, el Gobierno –para intentar acorralar a PP y Cs– plantea presentar el día de los Inocentes, con la parafernalia habitual, las grandes cifras, cuadro macroeconómico incluido, de los Presupuestos, que enviaría al Congreso en enero. Las cuentas, que ahora peina la ministra Montero, pretenden ser muy «sociales», con alguna sorpresa de última hora, pero a pesar de que se anuncien un 28 de diciembre y algunos lo piensen, no son una inocentada, aunque puedan ser tan fugaces–increíbles como las bromas de ese día, también las que se gasten en la Moncloa. ¡Feliz Navidad!