Opinión

Ágil corcel

Mi compañero de Mili, José Mármol, natural de un pueblo del Reino de Valencia, y que se creyó que en aquel distante año de mis sentimientos que el Jueves y Viernes Santos caían en lunes y martes, sabía mucho de fútbol. Era muy tonto, pero sabía de fútbol. Había asistido en su vida a centenares de partidos. Para saber de fútbol no se precisa de la inteligencia para nada. Prueba de ello es el nivel cultural de una alta proporción de comentaristas. Si el más tonto se dedica a asistir a todas las representaciones de ópera, termina por entender de ópera. Y si se afana en construir modelos de barcos, se convierte en un virtuoso maquetista.

En el pasado agosto, a un hombre de gran inteligencia y de la plena confianza de Florentino Pérez, le dije que la formación de la primera plantilla de jugadores del Real Madrid era una birria. Otro club sueña con el quinto puesto. Pero un quinto puesto para el Real Madrid es birrioso. Una cosa es el talón bancario y otra el entendimiento del fútbol, eso tan fácil. Y mucho me temo que mi compañero de Mili, el tontísimo, en el caso de que haya sobrevivido a su ceporrez, se encuentre en su pueblo contando naranjas de forma gratuita, mientras el equipo técnico del Real Madrid se está forrando a cambio de plantear una gamberrada de plantilla. Existe otra posibilidad que ya aventuré semanas atrás. Que el beneficiado por Florentino para explotar la cadena de televisión del Real Madrid, el separatista, trotskysta, multimillonario y culé Roures, con suma inteligencia, haya intervenido en la formación del equipo madridista.

Mi tío Alfonso López-Pelegrín, de raíces malagueñas, si bien no es natural de Arroyo de la Miel, vivió en su infancia a pocos kilómetros del lugar mencionado. Isco no había nacido. Pero mi tío, que fue miembro de mi candidatura a la presidencia del Real Madrid en 1991, a pesar de su tendencia a valorar con exageración las virtudes de su tierra paterna, jamás habría contratado y renovado su contrato a Isco. Se dice en Arroyo de la Miel que la única persona que corre detrás del balón con más parsimonia cular que Isco es, precisamente, mi tío. Pero mi tío no se dedica a jugar al fútbol, en tanto que Isco sí. «En Arroyo de la Miel/ se le considera a Isco/ su más rápido corcel», como escribió Churchill. Y ese Lucas Vázquez, que es la obviedad en estado puro, y ese Ramos que ha adquirido el monopolio de la desestructuración mental, y ese Ceballos que sale para salvar y más nos hunde, y esas viejas glorias desilusionadas y sin alicientes, y esos entrenadores que celebran los empates, y esa grada de animación ridícula, que se asemeja a una multitud uniformada de blanco a la que previamente, uno a uno de sus sosos componentes, les han administrado dos pastillas de Orfidal, y esa desilusión colectiva de un público exigente que ha dejado de exigir por tedio, son consecuencia de la nefasta, tacaña, absurda sobredimensionada plantilla del Real Madrid, en cuyo vestuario vuelven a mandar algunos jugadores, como si no tuvieran suficiente con el dineral que perciben, precisamente, por ser jugadores del Real Madrid. Y eso lo saben, menos los técnicos madridistas, hay que trabajarlo en el verano, más aún cuando se marcha del Real Madrid un futbolista tan mimado y tan portentoso como Cristiano Ronaldo. Pero aquella inspiración para contratar a Figo, a Zidane, a Beckham, a Benzemá o Bale se ha evaporado, y hemos contratado a Mariano, que menudo es Mariano. No es broma lo que escribo, es un hecho, con decenas de testigos aventurado. «La plantilla es una birria». Uno, como Mármol, que asistió en el Bernabéu a la victoria en la segunda final de la Copa de Europa contra la Fiorentina, y que creció con Di Stéfano, Puskas, Gento y Kopa, no puede entender que el Real Madrid aspire a ser el quinto en la Liga. Y la culpa la tienen los que aún insisten en defender a Isco y demás vulgaridades. Los que han dejado de sentir ilusión por gestionar al Real Madrid y los incompetentes que conforman su equipo técnico. Y los periodistas pelotas, claro, que abundan como moscas en las radios, los periódicos, las redes sociales y la televisión de Roures.

Así que, ánimo, que el quinto puesto todavía está a nuestro alcance.