Opinión
Director de chotis
Isabel Díaz Ayuso y Manuel Almeida son los candidados del PP a la Autonomía de Madrid y al Ayuntamiento de la Villa y Corte. Con todo mi respeto a Ángel Garrido, que ha sido un elegante y formidable gestor en tiempos dificilísimos como presidente sustituto de Cristina Cifuentes, creo que el PP ha acertado. Dos jóvenes valores en primera fila, a la misma que llegarán los nuevos comprometidos con la verdad, como Beatriz Fanjul en el País Vasco, tan aceradamente malquerida por los partidarios de la pequeña e inadmisible piraña de Valladolid.
Siento un enorme afecto por Isabel Ayuso –así es conocida–, desde hace muchos años. Leal, decente, directa, y una estupenda cabeza. Dialogante y firme en su oratoria. En estas páginas ha escrito habitualmente con cadencia fija. Tiene una experiencia formada en el poder y en la oposición, y tras su apariencia tímida hay una culta y valiente política. Después de estos merecidos elogios, me dispongo a pedirle que me enchufe si alcanza la presidencia de Madrid, que la tiene al alcance de la mano.
Susana Díaz, al fin, ha reconocido que en Andalucía hay más de tres mil quinientos enchufados. Militantes del PSOE o de Izquierda Unida o de Podemos que cobran por no trabajar. Algunos llevan años sin acudir a su puesto de trabajo, y entre ellos destaca por su exótico cargo y su insuperable carota, don Luis Guerrero –al que me encantaría conocer y tomar una copa en su compañía–, miembro de la ejecutiva del PSOE de Málaga y director del Centro Andaluz de Flamenco, un Centro interesantísimo que no ha pisado su director en tres años. La nómina, le llegó siempre puntual y jugosa.
No siempre hace mal las cosas el PSOE. Creo que para el desarrollo cultural de Andalucía, un Centro Andaluz de Flamenco es imprescindible, especialmente para el señor Guerrero. Mi propuesta a Isabel Ayuso, que le recordaré cuando sea presidenta de la Comunidad de Madrid, es la creación con carácter urgente, de un Centro Madrileño de Chotis, centro del que, obviamente, yo tendría que ser el director. Bailo el chotis divinamante y llevo en mi sangre y en mis músculos la gracilidad de los elegidos. El chotis, que puede y debe bailarse siempre agarrado a una mujer –bueno, también se puede lo otro pero no pega–, sobre un adoquín, es danza inspirada en un baile popular escocés, «scotish», y de ahí su denominación definitiva. Madrid es una ciudad abierta y culta, y prueba de ello es que dos de sus barrios más representativos llevan el apellido de dos franceses, Chamartín –en francés, Shamartán– y Chamberí – en la lengua de Voltaire, shambeguí, de ahí que la raíz escocesa del chotis no sólo no nos afecta a los madrileños, sino que adorna nuestro orgullo. Y por supuesto, mi nombramiento habría de realizarlo mediante publicación en el Boletín Oficial de la Comunidad, con una duración de cuatro años y sin la obligación de aparecer por el despacho.
Es decir, un «Guerrero» o un «Begoño».
Necesito trabajar más de lo que hago. En la actualidad, por razones de imprudencia, estoy vetado en las principales cadenas de radio y televisión, con especial rigidez en las de mi grupo Atresmedia, el de Elisa Beni. Tengo pues, tiempo suficiente para no ir al despacho oficial. El gran Ramón Gómez de la Serna, consiguió un cargo de funcionario por enchufe. Pero venció su dignidad. No acudía a la oficina, y pasado un mes desde su incorporación, su jefe de departamento le exigió información sobre el trabajo en su sección. Y le envió este «memorándum» de respuesta: «La sección está al corriente/ y los papeles en regla./ Sólo me queda pendiente/ este bolo que me cuelga». Fue inmediatamente despedido y se afanó en su quehacer literario.
No prometo acudir a mi puesto de trabajo si Isabel Ayuso me nombra director del Centro Madrileño de Chotis. Y es más, renuncio de antemano al enchufe. Isabel Ayuso será una gran presidenta sin mís chotis postineros.
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