Opinión
La sombra del traidor
Un traidor lleva siempre detrás o su lado una sombra de inteligencia con capacidad de justificar o endulzar los estragos de sus traiciones. La traición, una de las mayores indignidades de un político, jamás es leve, pero su escala de miserias es variable. Hablar mal de un amigo a sus espaldas es una traición cuyas consecuencias afectan a un reducido grupo de personas. Gobernar España con el apoyo de los que desean terminar con España es una traición gravísima. Y aceptar las exigencias boreales e infectadas del jefe del otro grupo de traidores, demencial y asqueroso. Y tenemos a un presidente del Gobierno que ha caído en el fango podrido de la traición más cercana a la demencia y al asco. Y todo, por nada. Por mantenerse unos pocos meses o semanas más en La Moncloa, donde se cree algo o alguien importante. Sánchez es un regodeo de la vanidad. En la octava de Marquina el traidor adquiere protagonismo desde el tercer octosílabo. «Por España. Y el que quiera/ defenderla, honrado muera./ Y el que traidor, la abandone,/ no tenga quien le perdone,/ ni en tierra santa cobijo/ ni una cruz en sus despojos,/ ni las manos de un buen hijo/ para cerrarle los ojos». La prepotencia es tan poderosa, que un gran mediocre puede alcanzar las más altas cotas de la traición a su nación, al Estado de Derecho que administra a su nación, y a la abrumadora mayoría de sus compatriotas que se sienten vilmente traicionados por un individuo carente de apoyos democráticos para gobernarlos. Pero siempre lleva el traidor a un sicario inteligente que suaviza con la palabra sus traiciones. Y en el caso que nos conmueve, el traidor ha elegido para oscurecer su infamia a un zoquete. O una zoquete, o quizá, para no herir la moda del cretino lenguaje feminazi, una zoqueta. Me refiero a Carmen Calvo, su vicepresidenta del Gobierno violador de la voluntad popular.
Esta mujer es un desastre, un barullo, una enfadada con carácter permanente, una inteligencia de berberecho con acento de Cabra. Ha negado la traición de haber aceptado un mediador para negociar la humillación de España con los representantes del separatismo en España. Así, al mismo nivel. Relator, dice la señora Calvo, ese desastre, ese barullo, ese enfado permanente, esa inteligencia de berberecho con acento de Cabra, por otra parte tan respetable como el acento de Ávila, el de La Coruña, el de Madrid o el de Barcelona. Acento cordobés de olivares infinitos, como el de Lucena o el anterior de Andújar, Zocueca o la Quintería. A ver. Relator es el que relata. El que cuenta o lee una historieta, o un párrafo elegido. Relator el monje lector durante la frugal colación en el refectorio. Relator de obviedades futboleras, Jorge Valdano. Al principio, un personaje independiente. Ahora un conocedor de la «problemática» catalana. Caray con la problemática catalana. Un mediador disfrazado de relator para defender las reivindicaciones separatistas. Socialistas de postín muy soliviantados, pero al final, todos callados y pendientes del pesebre. ¿Qué nos va a leer o contar el relator?
Carmen Calvo es la única persona capaz de empeorar a Sánchez, que es un personaje empeorado por sí mismo hasta el noveno horizonte. Mentiroso, falso, defraudador, derrochador del dinero público, violentador de la soberanía popular, socio de los independentistas, los bilduetarras y los podemitas estalinistas, escritor que no escribe porque se lo hace la Lozano, doctor que se doctora con trampas, grulla voladora a bodas y conciertos de Rock, dictador en trance de reconocerlo, insensato, osado hasta la psicopatía... Todo eso, pero contra eso se puede combatir. Contra la traición consumada, no. Lo anterior, pelillos a la mar. Lo último, la catástrofe.
España está a un paso de trocearse gracias al presidente del Gobierno de España. No es un juicio de valor. Se trata de una demoledora realidad. O reaccionamos todos los que amamos nuestro mapa y echamos a los traidores, o todo se habrá perdido.
✕
Accede a tu cuenta para comentar