Opinión
Pinchazo de pesebristas
La plaza de Colón abarrotada, compacta de pueblo y banderas. Lo mismo los Jardines del Descubrimiento, la calle de Goya hasta Serrano, la calle de Jorge Juan, la de Génova hasta Alonso Martínez, y los tramos de La Castellana y Recoletos que concluyen en Colón. Centenares de miles de manifestantes. Pero ha sido un pinchazo. Évole lo ha calificado de pinchazo, y Évole, el que se abraza al terrorista Otegui y entrevista con masaje y final feliz al asesino Maduro, ha dicho que la manifestación del pasado domingo en Madrid constituyó un pinchazo. A ver quién es el guapo que se atreve a contradecir a Évole.
Lo lamento por los convocantes, los asistentes, los manifestantes que se reunieron en Madrid procedentes de todos los rincones de España. Dice la Policía al mando de Manuela Carmena que se juntaron 45.000 personas, y en el diario de Roures coinciden en el número. «El País» de Soledad Gallego Díaz – tenía un hermano muy inteligente que estudió en mi colegio Alameda de Osuna como Dolores Delgado–, tampoco estima que la manifestación fue un éxito rotundo. Pero expertos en la materia me aseguran que más de 300.000 fascistas se juntaron en la mañana del pasado domingo en Madrid. Pero Évole y Tezanos consideran que fue un pinchazo, y si dos contadores profesionales como Évole y Tezanos resuelven que 300.000 personas manifestándose por la unidad de España y en contra de las traiciones de Sánchez no superan el ridículo del pinchazo, no tengo más remedio que darles la razón. Son unos maestros en la contabilidad y el criterio equilibrado.
No he conocido a nadie, en mi larga vida, como Évole y Tezanos. Y no lo he hecho, entre otras causas, porque no conozco ni a Évole ni a Tezanos. Coincidí con Évole una mañana en el aeropuerto de Madrid. Me impresionó su figura, su apostura y su compostura. Entendí los sobrados motivos del supremacismo de Tractoria. Por razones personales –soy muy chinche con las cuestiones de higiene–, me sentí aliviado cuando Évole guardó cola entre los pasajeros que embarcaban con destino a Barcelona mientras yo lo hacía a veinte metros de distancia para volar a Málaga. Pero, aspecto higiénico aparte, me impresionó su superioridad física, como la de Torra, más o menos. Y a Tezanos, lo conozco de vista por la tele, y me encanta. Es un hombre justo y muy bien informado. Recuerden su vaticinio de las elecciones andaluzas. Lo bordó.
De tal guisa, que si Évole y Tezanos aseguran que la manifestación en Madrid pinchó, me sumo al pinchazo. No me resulta agradable reconocer el fracaso de la convocatoria, porque sus motivos los comparto plenamente. Lo que no se ha comentado, fueran 45.000 o 300.000 los manifestantes es que ningún agente de las Fuerzas de Seguridad del Estado fue insultado, golpeado o menospreciado. Que no se produjo altercado alguno y que el ambiente era de fiesta y alegría. Sucede cuando los manifestantes son fascistas violentos, no como en las manifestaciones independentistas, a favor de los terroristas –Errejón rumbo a Bilbao–, o simplemente de las izquierdas radicales, en las que siempre terminan unos cuantos con la cabeza abierta. Recuerdo, decenio de los noventa, una manifestación de pacifistas en Madrid, cuyo resultado fue de más de veinte policías nacionales heridos. El pacifismo profesional es así.
Y tampoco se ha comentado la cantidad de jóvenes fascistas y de niños fascistas que acudieron con su Bandera de España a la manifestación de Madrid. Ese dato puede, quizá, ser motivo de preocupación para Sánchez. Jóvenes y niños acompañando a sus padres, muy fascistas, pero muy sonrientes y bien educados, ondeando sus banderas y sus esperanzas en España.
Pero el pinchazo fue de los gordos. Lo han asegurado Évole y Tezanos, y ante eso, sólo resta callar y agradecer a los 300.000 manifestantes o más su asistencia y su cívico proceder.
Que no es poco.
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