Opinión

El hangar sonriente

Un oficial de alta graduación del Ejército del Aire me ha revelado que en el hangar donde pasan sus revisiones periódicas los aviones «Falcon» se respiraba esta mañana una sana alegría. Sonreían los aviones. Aviones sonrientes, un milagro de la técnica.

Le decía un «Falcon» a otro colega, aparcados juntos, casi rozándose los planos. – Se acabaron, al fin, las bodas, los bautizos, los conciertos de Rock y las escapadas románticas–. Los aviones tienen su orgullo. No hay nada que moleste más a un avión que unos gorrones persistentes. Pertenecen a todos los españoles y su servicio, utilidad y cometidos están especificados. –Lo de Benicassim este verano resultó muy humillante–, comentó el «Falcon» que llevó a los Sánchez al concierto de Rock.

Sánchez decidirá hoy, viernes 15 de febrero, el día de las elecciones generales, y solicitará al Rey la disolución del actual Parlamento. Sus sueños se han desvanecido. No obstante, y de por vida, percibirá unas retribuciones periódicas y puntuales nada despreciables. Hoy, los fiscales Zaragoza y Cadena han representado a todos los españoles, han desmontado la farsa de los golpistas y mantenido la dignidad del Estado de Derecho. Todo lo que deshacen los políticos lo rehacen los jueces y fiscales. Los abogados del Estado, obedeciendo a Sánchez, rebajarán la gravedad del delito, pero la Fiscalía no se ha humillado. Curiosamente, han sido sus socios separatistas y golpistas los responsables de su derrota presupuestaria. Merecido lo tiene.

Creo que este doctor en duda, escritor con negra, anátida migratoria y demás farsas, ha sido el peor presidente del Gobierno de España desde la aprobación masiva de nuestra Constitución. Un presidente del Gobierno de España mantenido por los enemigos de España no puede ser analizado desde la sensatez. Su análisis responde al amplio espacio de psiquiatría. Ahora tendrá que enfrentarse, ya sin el poder ejecutivo, a muchos de los suyos, y sobre todo a la soberanía de los votos de los españoles. Entiendo su dolor. No es fácil despedirse de La Moncloa, y más aún, cuando sus habitaciones y salones íntimos se habían adaptado a los gustos de su encantadora esposa, que tendrá que buscar otro trabajo porque lo de África, conociendo el paño y al personal, no creo que le dure mucho tiempo. No es sencillo dejar de decir «yo, el presidente del Gobierno» con lo bien que le salía. No es sencillo abandonar aviones y helicópteros para acudir a festolines. No es sencillo abandonar los amplios jardines, ahora que la primavera apunta y anuncia la floración de los rododendros y el renuevo de los árboles desnudos.

No es embriagador renunciar a las amenísimas charlas que mantenía con Carmen Calvo, su eximia vicepresidenta. Lo escribió Baudalaire, el maldito, el de «Las Flores del Mal». Lo he leído en las redes sociales. ¿Por qué Begoña está triste?/ ¿Por qué está triste el «doctor»?/ ¿Por qué no cantan los pájaros/ y está mudo el ruiseñor?/ ¿Por qué sonríen los «Falcon»/ y vuelan que es un primor?/ Porque se ha acabado el chollo, / ¡Se ha acabado! ¡Sí, señor!». No era comprensivo ni sensible el malvado Baudalaire.

«El Presidente del Gobierno, mi persona», seguirá siendo persona pero dejará de ser Presidente del Gobierno. Y yo me pregunto, y lo cuestiono con preocupación. ¿Qué pasará con Tezanos? ¿Qué con la comisaria Mateo de RTVE? ¿Qué con Irene Lozano, su negra global? No puedo imaginarme, sin sentir la herida de la inquietud, a qué se dedicarán sin los Sánchez en La Moncloa. Cuando se desploma la roca de la cumbre, la montaña se desmorona. «Descienden como croquetas/ de la cumbre al suelo llano/ las feminazis inquietas/ la global de la Lozano/ la Mateo a hacer puñetas/ y todo el CIS de Tezanos». También de Baudelaire.

Pero me quedo, como consuelo, con la sonrisa de los «Falcon», que volarán de nuevo para cumplir con su deber de servir a todos los españoles, no para el gozo de unos gorronzuelos.