Opinión

Desborbonizadores

Esos seres tan resentidos y deshabitados que comandan el Ayuntamiento de Barcelona –la Colau y el argentino Pisarello–, han decidido eliminar la calle del Príncipe de Asturias. Lo han hecho, según el argentino faltón y grosero que envilece a España y su Bandera, para «desborbonizar» Barcelona. Ya lo hicieron con el Rey Don Juan Carlos I, y lo intentaron con Don Juan De Borbón. Es cierto que la Avenida «Joan de Borbó» ya no se llama así, pero aún más cierto que Don Juan De Borbón tampoco se llamaba Joan ni se apellidaba Borbó, y por lo tanto, pelillos a la mar. Lo que manda narices es que entre la vichisuás y un argentino neciamente importado borren las instituciones y la Historia de España de Barcelona, capital de «la nación como una catedral de Cataluña», según el inesperado y levítico Juan Manuel de Prada.

Una pandilla de golfos que hay que expulsar por las buenas, es decir, con los votos en las urnas, del Ayuntamiento de la segunda ciudad de España y primera de la nación como una catedral de Cataluña. No sé a qué catedral se refiere el escritor zamorano, si a la vigente establecida junto al barrio Español, o la inconclusa y feísima de Gaudí, que no la termina ni Dios. Al Rey Don Alfonso XIII todavía no le han perdonado su charlita con Eduardo Dato, presidente del Consejo de Ministros. –Señor, hay que suspender su viaje a Barcelona. Los servicios secretos advierten de un posible atentado contra Vuestra Majestad de los anarquistas–; –señor Presidente. Si me he comprometido a ir a Barcelona, voy a Barcelona. Por otra parte, le tengo más miedo a Gaudí que a los anarquistas–. Y a Barcelona fue el Rey de España y Conde de Barcelona.

El odio a La Corona de la anti-España es comprensible. La Corona significa la unidad, y el Rey es el principal garante de nuestra Constitución, tan masivamente aprobada en Cataluña. Que una fantoche –o fantocha–, podemita aproveche su poder para eliminar lo que en el futuro será repuesto, carece de importancia. Que lo tenga que explicar un montonero argentino adquiere una dimensión ridícula de muy complicada tolerancia. Como si el astronauta Duque aprovecha una visita a Cabo Cañaveral para eliminar su denominación por la de «Cabo Pedro Sánchez». En los Estados Unidos saldría volando, no en una cápsula espacial, sino de la patada en el culo que le sería propinada.

Lo que se «desborboniza», al cabo del tiempo se vuelve a «borbonizar». Es el signo de España, que no sabe respetar su Historia, ni sus monumentos, ni a sus héroes. Ahí tenemos a Blas de Lezo, a Juan Sebastián de Elcano, a Galbis, a Gálvez, a Hernán Cortes y a Francisco de Pizarro. Somos gentuza acomplejada y sin dídimos, y me refiero a la inmensa masa gris de la ciudadanía. A la Celáa le preguntan por alguno de ellos y su respuesta sería sintética. –¡Joé, que tío!–. Y lo mismo la Colau, empecinada analfabeta, que por no conocer no conoce ni la Historia regional de Cataluña. Los catalanes son tan monárquicos que todavía no han digerido la derrota del Archiduque Carlos en la Guerra de Sucesión, que no de Secesión como cree la Colau. Y vayan ustedes a saber lo que sabe de España y su pasado un montonero italo-argentino escapado de su país, esa maravillosa nación que nos ha enviado a España lo peor de lo peor. Y lo peor de Argentina baja varios peldaños del suelo de la cochambre.

A Barcelona hay que «descolaurizarla» y «despisarellizarla» con los votos de los barceloneses. Jamás imaginé que aquella ciudad tan culta y abierta, hoy convertida en aldea procesal y campanera, llegaría a tener una alcaldesa sumida en la incultura total de la revancha. Y menos aún, un influyente teniente de Alcalde que no es catalán, ni barcelonés, y se permite el lujo de ser el portavoz de las agresiones a todos los españoles, barceloneses incluidos, claro está.

Si les divierte el juego, jueguen. Cuando terminen los juegos y las fábulas, todo volverá a su lugar, su sitio y su Historia.