Opinión
Big data, marketing y sociedad
El big data ha llegado a nuestras vidas para quedarse. Está presente, aunque no queramos. Todo está ya en dependencia de big data: Netflix, el móvil, fundamentalmente, los gestores de GPS, el tráfico… Y éste viene acompañado de inteligencia artificial, Internet de todas las cosas, sensórica y machine learning.
Hace 30 años que funcionamos con los datos estructurados (tablas, excel,
CRM), pero hoy en día el big data genera y maneja los datos no
estructurados: la voz, la imagen, el vídeo.
Pero, ¿qué o quiénes son los generadores de datos? Se
entienden: las transacciones; nosotros, al compartir; las máquinas (Internet of every thing) y las cámaras (Internet of eyes).
El volumen,
la velocidad, la variedad y la veracidad de la información son las claves de big data. Sus
principales usos son: para predecir,
para prevenir y para personalizar. El big
data no sirve para buscar el por qué de las cosas, lo que da lugar a que
haya una ciencia en la interpretación cualitativa de datos y el análisis
matemático, claro está.
Dos dimensiones que hay que tener en cuenta al hablar
de big data y que no siempre son
trabajadas son:
- La dimensión ética: el control social y el
control político asociados al uso de big
data.
energía y agua para refrigerar las máquinas.
FACTORES A REFLEXIONAR
CUANDO HABLAMOS DE BIG DATA
- Los límites
de la personalización.
Las marcas deben actuar con precaución y no asustar a
los usuarios con determinados tipos de información. Deseamos experiencias personalizadas, pero que no
sean invasivas.
- El big data puede ser bendición y condena.
- Bendición:
destaco las innumerables utilidades de
la gestión de los grandes datos en el campo de la salud, de las que ya hemos
empezado a beneficiarnos. Por ejemplo: en el tratamiento del cáncer. También,
los avances en el desarrollo de las ciudades inteligentes, la Silver economy y las predicciones
sustitutivas de la bola de cristal. Ofrecer experiencias personalizadas,
sublime aplicación: el arte de no invadir y sublimar los sentidos uno por uno.
- Condena: prolifera
el control social y la fiscalización
totalitaria de las grandes corporaciones de “la GAFA” (Google, Amazon, Facebook y Apple), a las que habría que
añadir IBM y SAP. Se produce una tendencia hacia la pérdida de la privacidad e
independencia del usuario, y también gregarismo. Se manifiestan los perjuicios:
“te detengo, porque es probable que seas un delincuente”. “No te hago el
seguro, porque vas a enfermar”.
- ¿En qué
medida serán los datos la nueva mercancía y nosotros, las personas, mercaderes,
proveedores o esclavos?
Hay que tener en cuenta que:
- Existen los datos “anonimizados” y no siempre hay
tanto que temer. Es decir, a lo mejor a las empresas y/o compañías les damos
igual nosotros, en particular, y es la ley de los grandes números lo que se
busca. En otras palabras: se busca la estadística y no nada personal.
- También existen
los datos no estructurados: rastreos
de fotos, vídeos, música… en la red. Lo pueden saber todo de ti. Destacan: Human data, Cambridge analytics, Watson personality… Las organizaciones pueden
llegar a conocerte mejor que tú mismo. La estadística les indica quiénes somos
y cómo nos comportamos. Saben qué vamos a hacer y, si buscamos cualitativamente,
saben por qué.
Hay que apuntar que China utiliza los datos como mecanismo de control
social.
- La ley GDPR o
RGPD (General Data Protection Regulation) establece
algunos límites.
Las
personas tenemos derecho a saber:
- ¿Qué datos se almacenarán sobre mí?
- ¿Dónde se almacenan estos datos?
- ¿Cómo se recopilaron estos datos?
- ¿Para qué se han almacenado?
- ¿A quién se han transmitido mis datos?
La ley establece los principios de:
- Legalidad del tratamiento de datos: la recogida, el almacenamiento, la
utilización y la transmisión de datos personales a terceros sólo está permitida
con el consentimiento expreso del interesado.
rendición de cuentas, documentación y pruebas. A petición del interesado,
deberá informar sobre todos los procedimientos de tratamiento de sus datos
personales.
ser arbitrario.
estrictamente necesarios para el cumplimiento de sus objetivos y a garantizar
que el volumen de información almacenada esté, siempre y en todo caso, lo más
minimizada posible.
correctos y estar actualizados en caso de que sea necesario.
con regularidad y desde el momento en que ya no sean necesarios para los
objetivos de una organización, si se han almacenado ilegalmente o si ha
expirado un período predeterminado para conceder dichos datos.
tomar amplias medidas para la protección interna de datos personales. Además
del uso de programas de encriptación y software de seguridad, esto también
incluye la formación detallada de los empleados encargados del procesamiento de
datos.
Con arreglo a lo establecido en el artículo 83, apartado 5 del RGPD, la
violación de estos principios puede dar lugar a una multa de hasta 20 millones
de euros o hasta el 4 % del volumen de negocio anual global.
- ¿Le compensa a un usuario el uso de este tipo de datos por parte de las
empresas a cambio de obtener servicios más personalizados?
En ocasiones, nos preguntamos cuánto vale nuestra privacidad. Para
Facebook, nuestra privacidad vale 20 dólares. Pues la compañía está pagando
esa cantidad a miles de voluntarios 13 a 35 años, por “espiar” sus datos
personales.
El 31% de los españoles ve aceptable
el uso que pueden hacer las empresas de sus datos personales. Los españoles
son más partidarios de compartir los datos personales con aquellas compañías
que muestren más transparencia y compromiso con el uso que se va a hacer de
ellos. Aquí el porcentaje llega al 63%, según recoge ComputerWorld en referencia al el último informe
internacional Global Advisor llevado a cabo por IPSOS en colaboración con el World
Economic Forum en 26 países.
- ¿Es posible una economía basada en los datos personales? ¿Cobraremos por
ello o caparemos nuestros dispositivos?
Hasta ahora, hablamos de un modelo económico de explotación de datos,
que ha probado su capacidad de generación de
ingresos millonarios, pero… ¿tiene sentido que pasemos a hablar de otro modelo,
presuntamente más avanzado, en el que esos ingresos
revierten no sólo en esas compañías y en sus accionistas, sino también en sus
usuarios?
Quiero hacer referencia
al artículo ¿Es posible una economía basada
en los datos personales? de Enrique Dans en el que habla sobre el
caso del Fondo Permanente de Alaska, que establece
la repartición de una parte de los ingresos del petróleo extraído en el
subsuelo del estado con los residentes en forma de pagos periódicos, y plantea
las siguientes cuestiones: ¿hasta dónde puede llegar la idea de que las
compañías que se enriquecen con los datos personales de sus usuarios se vean
obligadas a compartir una parte de las
rentas generadas por el uso de esos datos con los legítimos propietarios de
los mismos, dando lugar así a unos ingresos? ¿Puede basarse una economía digital en la propiedad pública o privada de los datos de las
personas, y constituirse fondos que remuneran a esas personas
en función del uso de sus datos y de la rentabilidad potencial extraída a
partir de los mismos?
Esto
debe hacernos reflexionar sobre el replanteamiento de la privacidad. Libertad,
ética y personalización son las dimensiones clave a considerar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar