Opinión
El «papelón» del presidente
Vistos sus reiterados antecedentes en tan corta carrera política, no se podrá decir que el último «renuncio» de Pedro Sánchez pueda sorprendernos. Pero lo sucedido este martes en el plató de Atresmedia, en prime time, en directo, de forma evidentemente premeditada, ante más de 10 millones de españoles, es de una gravedad indudable. De verdad, no se trata de ser alarmista ni demagógico. Aunque, o por acción o por omisión, el líder del PSOE debería quedar incapacitado para ser presidente. De hecho, en algunas democracias consolidadas como Estados Unidos sería carne de impeachment, mecanismo constitucional para destituir a un presidente, por ejemplo al ser cogido en una flagrante mentira.
Exhibir, a sabiendas o por desconocimiento –impropio en cualquier caso de una aspirante a la Presidencia del Gobierno–, la carta de un particular anónimo al Portal de Transparencia andaluz, haciéndola pasar por una «lista negra» de la Junta de Andalucía sobre los equipos que asisten los casos de violencia de género, para, además, criminalizar con ella a dos adversarios políticos, Pablo Casado y Albert Rivera, es indecente. Bochornoso totalmente. Inaceptable.
Porque claro, si el líder del PSOE se ha atrevido a «colar de matute» tan burda artimaña durante un debate de máxima audiencia, ¿qué no será capaz de haber hecho ya con los documentos de la tesis «fake», con los gastos ocultos del Falcon o con el opaco contrato laboral de su esposa, curiosamente cerrado justo tras su llegada a La Moncloa? Y ¿qué decir de las cifras macroeconómicas que con tanto entusiasmo «vende» estos días de campaña como propias de su gestión y que repetidamente lució desde su atril en el plató de Atresmedia?
Nos estamos acostumbrando a un «todo vale» en el inmenso barrizal en el que tantas veces se revuelca la política española. Pero no. Ni todo vale ni debe valer. Los votantes tendrían que reflexionar sinceramente en las manos en las que colocan su futuro, el de sus hijos y nietos. Desde luego, no parece demasiado sensato dejar las riendas del país al albur de un ambicioso sin escrúpulos, incapaz de percibir la gravedad de presentar como documento oficial lo que es un papel inocuo para tratar de engañar a la audiencia y beneficiarse electoralmente. En otros lares, tal irresponsabilidad ya le habría borrado la sonrisa al «pillado» como trilero.
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