Opinión

Limpieza

El otro día, en el debate para el Ayuntamiento de Madrid, el candidato de Vox demostró que hay hombretones que nunca defraudan. Hace poco pude verle en persona, rodeado de sus gorilas y, efectivamente, no quedan ya machotes como Javier Ortega-Smith. No me extraña que tomase Gibraltar a nado. El caso es que el otro día en el debate, Ortega-Smith se sacó de la manga otra de esas propuestas estrafalarias con las que suele sorprendernos esta gente de Abascal (que, por cierto, parece que ya tiene menos prietas las filas y que los hay un poquito hartos de esa gestión personalista, ombliguera y con maneras dictatoriales) pero que en el fondo dejan claro y meridiano cuáles son las obsesiones de Vox. Ortega-Smith propuso que las Fiestas del Orgullo se trasladen a la Casa de Campo y que se obligue a los organizadores a pagar la limpieza. Hay que ver qué manía tienen con la limpieza y en todas sus acepciones. Lo siguiente, como dijo irónicamente Borja Sémper, candidato por el PP a la Alcaldía de San Sebastián «mejor a un gulag, para que vamos a andarnos con medias tintas». Claro, estas ocurrencias la verdad es que son divertidísimas y debe ser que a mucha gente le hacen tanta gracia como a mí, porque el público congregado se partía la caja. Tanto se reían que hasta los moderadores tuvieron que llamar la atención de la cuarta pared para conseguir mantener un poco la compostura y la seriedad. Tanto se tronchaban que me dio hasta ternurilla el candidato, mecachenlamar. Alguien debería explicarle que, por supuesto, los homosexuales y todos los asistentes a esa fiesta, ensucian. Casi tanto como ensucian los asistentes a otras fiestas, a otras concentraciones y a otras manifestaciones. Incluso los asistentes a manifestaciones con banderas de España y que hablan de lo mala que es la Ley contra la Violencia de Género. También ensucian, Don Javier. La basura se limpia. Lo de limpiar cabezas es ya más complicado.