Opinión

Un manifiesto para salvar los humedales

España, tercer país del mundo en humedales protegidos, ha celebrado por primera vez el congreso internacional LivingLakes. La cita se cierra con un manifiesto que aboga por la conservación de estas zonas húmedas para combatir de forma efectiva el cambio climático. Alguno de los lagos icónicos de la Península como la Albufera de Valencia, el Mar Menor o Doñana se encuentran en peligro por falta de agua y contaminación

Es la primera vez que España acoge la conferencia internacional sobre conservación de humedales Living Lakes; lo ha hecho en Valencia, en la Albufera, el mayor lago de agua dulce de la Península. Esta extensa Red Mundial Living Lakes, en la que se integran 111 lagos de 55 países, ha decidido reivindicarse y lo ha hecho cerrando su congreso con un manifiesto en el que declara su profunda preocupación por el mal estado de conservación de estas zonas a la vez que su importancia como ecosistemas. Los humedales cubren el 6% de la superficie terrestre y un 12% de todas las especies conocidas vive en ellos. Tal es su importancia, también en la lucha contra el cambio climático, que en los sectores especializados se les conoce como los riñones del planeta. De hecho, la Convención Ramsar (la Convención sobre los Humedales de importancia internacional) celebró la última edición del Día Mundial que conmemora estos hábitats destacando precisamente el hecho de ser una solución natural al calentamiento global. “Almacenan gases de efecto invernadero, forman barreras contra las tormentas y garantizan la seguridad de la población contra las inundaciones. Estas soluciones son de bajo coste comparadas con las equivalentes, es decir, con las que se deberían desarrollar en su ausencia”, explica Amanda del Río, directora técnica de la Fundación Global Nature, organización encargada de la conferencia de este año.

Baste otro ejemplo de cómo actúan en favor del clima. Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia están realizando un intenso trabajo de restauración de sus humedales, ya que la pérdida de casi la mitad de estas áreas es responsable de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones anuales de CO2 de la región. Si lo que se quiere es una visión más utilitarista de su importancia baste mencionar sus beneficios económicos. “Un reciente estudio del Gobierno francés cifra los servicios prestados por sus humedales en unos 2.400-4.400 euros por hectárea y año”, explica del Río. En Asia, la Convención Ramsar calcula que los beneficios de los manglares del sur de Tailandia en materia de protección frente a las tormentas equivalen a alrededor de 10.000 dólares por hectárea.

Y ahora viene el problema: el 64% de los humedales del mundo ha desaparecido desde 1900, y su declive sigue acelerándose; es más, el 40% de estos ecosistemas se ha degradado en 40 años y la tasa de aceleración se incrementa un 1,5% cada año. España cuenta con 75 humedales Ramsar que suman 300.000 hectáreas, lo que nos convierte en el tercer país del mundo (tan sólo por detrás del Reino Unido y México) en número en este convenio. “Consideramos inadmisibles las condiciones de falta de agua o de contaminación, principalmente por riegos y efluentes agrícolas, que sufren los mayores humedales ibéricos, como la Albufera de Valencia, el Mar Menor, el Delta del Ebro o los Parques Nacionales de las Tablas de Daimiel y Doñana”, reza el manifiesto firmado durante el congreso. “El cambio climático sólo multiplica los problemas de conservación de estas zonas, afectadas principalmente por la falta de agua y por la contaminación. No llega agua porque en los Planes Hidrológico ésta se reparte entre la agricultura, los usos industriales y urbanos, etc., pero excluyen el medio ambiente como usuario. Los embalses cumplen un servicio porque nos aseguran suministro, pero también los humedales cumplen multitud de servicios: previenen las inundaciones, amortiguan los cambios drásticos de temperatura, crean un microclima beneficioso para los polinizadores, que a su vez prestan un servicio a la agricultura, y recargan los acuíferos”, dice del Río.

Además, España está incumpliendo la Directiva Marco de Agua, actualmente en revisión. “La Directiva pretende asegurar un caudal ecológico que los Planes Hidrológicos futuros tendrán que respetar; en definitiva pide agua de calidad y en cantidad también para los ríos. La Comisión Europea sacó su evaluación de los planes hidrológicos en marzo y nos suspendió en cuanto a cumplimiento de objetivos ambientales y protección del agua. También nos propone 25 recomendaciones para reducir las presiones identificadas (extracciones, contaminación, deterioro físico) y mejorar el estado de los ríos, humedales y acuíferos. Y vuelve a recomendar a España que haga más esfuerzos en medir caudales extraídos de ríos y acuíferos (los datos que aportamos se basan en encuestas y modelos, no son datos reales), especialmente importante para la agricultura de regadío”, matiza la experta de Global Nature, quien recuerda que uno de cada cuatro acuíferos en España está sobreexplotado.

También la organización conservacionista SEO/BirdLife recuerda en un reciente informe de 2018 que nuestro país cuenta con siete expedientes abiertos, desde la Albufera de Valencia, donde se ha celebrado el evento, al delta del Ebro, las Tablas de Daimiel, el Mar Menor o Doñana. Las principales y más recurrentes causas de degradación vistos por SEO/BirdLife son las relacionadas con la gestión del agua y afectan al 60% de humedales analizados. Le sigue la agricultura que impacta sobre el 38% de ellos (pérdida de mosaicos de vegetación, intensificación agrícola y ganadera, desaparición de actividades agrícolas tradicionales, aumento de superficie de regadío, entre otras). En el caso de Doñana el gran humedal de Europa que ahora cumple 50 años: “El estudio de caso realizado por la UE sobre la comarca caracteriza el valor del humedal, con provisiones tales como agricultura, turismo, forestal o pesca, en 570,6 millones de euros al año. En contraposición a este gran valor económico aportado, se da el hecho de que los más de 1.000 pozos ilegales existentes en la zona han provocado el descenso alarmante del acuífero y han reducido en un 90% su aporte de agua a las marismas del Parque Nacional”, matiza del Río.

No todo son malas noticias. Durante el congreso se ha

hablado y mucho de conservación: “En los último 25 años (1992-2017) se han

constatado 685 proyectos de restauración, lo que puede suponer la recuperación

de algo más del 13% de la superficie de este tipo de ecosistemas”, resume el

manifiesto. De hecho la Fundación Global Nature recibió el encargo de organizar

este importante evento gracias a que en 2018 se les fue concedido el premio

internacional Ramsar por su trabajo en cuidado de humedales. Ejemplo de su

actividad es el proyecto Life Paludícola, que ha servido para conservar las lagunas

interiores de Castilla-La Mancha, además de proteger al carricerín cejudo, el

ave paseriforme más amenazado de Europa, o lo que es lo mismo el más pequeño

mas amenazado. “Su población ronda los 30.000 ejemplares que no es nada para un

pequeño pájaro. Hacemos la comparación de que hay más elefantes africanos que

carricerín. Y que pasen por la Península, unos 1200 ejemplares”, explican los

técnicos de la Fundación. La laguna de Manjavacas es una de las áreas donde

este ave pasa en las migraciones otoñales y primaverales. El trabajo que está

realizando la fundación durante los tres años de proyecto consiste en ampliar

la zona de conservación con acciones como siegas mecánicas de carrizales

viejos. Con el paraguas del Life se consigue mejorar el hábitat para otras

especies de aves como el bigotudo o el chorlitejo patinegro. Pero es que,

además, se trabaja en paralelo con los agricultores (las lagunas de Castilla-La

Mancha son pequeñas salpicaduras en un gran mar de áreas de cultivo), ganaderos

y cazadores de la zona para coordinar mejoras en la gestión que ayuden a la

conservación de la biodiversidad y beneficien las diferentes actividades.