Opinión
Feo Borrón
Los últimos pasos hacia las elecciones del 26 de mayo, bajo la sombra del cansancio de los votantes, con una movilización escasa y un sistema electoral en ayuntamientos y comunidades más proporcional que en las generales, apuntan a unos resultados muy disputados. Los números pueden caer a un lado u otro. De un puñado de votos pende la victoria o la derrota.
En ese incierto escenario, Pedro Sánchez ha tropezado en campaña con su saludo a Oriol Junqueras en la constitución del Congreso. El «tenemos que hablar» del preso independentista y el «no te preocupes» del presidente en funciones han parecido a algunos barones y dirigentes regionales del Partido Socialista un borrón en su carrera a la urnas. Porque pone en entredicho la firmeza de su jefe de filas con los partidos secesionistas.
Peor todavía viendo cómo se rieron de ellos frustrando el plan de ubicar al socialista Miquel Iceta al frente del Senado. Otra vez la yugular del sanchismo al descubierto.
El Partido Popular, lógicamente, ha visto la fisura electoral.
Pero Pablo Casado, muy constreñido ahora, puede llegar hasta donde le permiten sus consejeros. Es decir, «tirar del hilo sin subir los decibelios». Aunque la moderación no sea intrascendencia.
Bien lo ha entendido Ciudadanos. Albert Rivera sabe que se mueve donde su credibilidad es mayor: la lucha contra el independentismo.
De ahí que se haya lanzado, cargado de razones, a denunciar la ofensa que supone ver a personajes procesados por un golpe a la democracia ocupando un escaño y cobrando un sueldo público.
Las imágenes en la Carrera de San Jerónimo, con los diputados presos buscando humillar a los españoles, son un terremoto en la opinión pública.
Tienen razón los dirigentes socialistas preocupándose por el estropicio electoral que puede acarrearles la falta de decoro vivida en la Cámara Baja el pasado martes.
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