Opinión

Palos en las ruedas

Los españoles que optaron por los partidos del centroderecha no deben salir de su asombro. Y, muchos de ellos, indignados. Esa media España que en las urnas es prácticamente similar en términos cuantitativos que la que ha optado por opciones de izquierdas y, pese al «agitprop», confiaba en que si los números «daban» los gobiernos populistas iban a ser desalojados del poder. Después del escrutinio de las elecciones tocaba pasar de la musas al teatro.

Y que PP, Cs y Vox acordaran programas de mínimos –ya que comparten el proyecto constitucional de España, la economía liberal y la bajada de impuestos– que permitieran investiduras rápidas de sus candidatos y proyectos de regeneración como los que necesita, por ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid. Pero Casado, Rivera y Abascal se han instalado en el regate y las luces cortas. Parecen emboscados, repartiéndose carnés de no se sabe qué y estableciendo los mismos cordones sanitarios que la izquierda patrocina pero que nunca se ha planteado para independentistas golpistas o, ni siquiera, para filoetarras. Ha llegado el tiempo de la altura de miras.

Los electores de centro y derecha han hablado. Han repartido sus papeletas sin sorpassos ni exclusiones. Buscan gobiernos autonómicos y alcaldías sensatas, razonables y previsibles. El mensaje está claro: «lleguen a un acuerdo». Lo demás es política pequeña.