Opinión
El PSOE abraza la reforma laboral del PP
Los mensajes del Gobierno socialista apuntan cada vez en una dirección más unánime: el PSOE, al contrario de lo que estuvo prometiendo durante sus años de oposición, no tiene intención de derogar la reforma laboral del PP. La última en sumarse a este coro de voces contrarias a semejante contrarreforma ha sido la propia ministra de Economía, Nadia Calviño, quien al ser cuestionada sobre la posibilidad de que el Ejecutivo entierre durante la presente legislatura el marco laboral legado por el PP, manifestó su rechazo a revertir reformas pasadas.
Según declaró, su objetivo es modificar conjuntamente el Estatuto de los Trabajadores para adaptarlo a los nuevos tiempos, pero no empecinarse en combatir el pasado. Así pues, habrá cambios en la legislación laboral, pero probablemente no se atacarán los aspectos esenciales de la reforma del PP, a saber, el abaratamiento del coste del despido y la flexibilización de la negociación colectiva (dando prioridad a los convenios de empresa sobre los sectoriales). Por supuesto, nadie salvo el PSOE (y acaso ni siquiera ellos) conoce cuáles son las verdaderas intenciones de los socialistas en el área laboral; sin embargo, existen argumentos para pensar que finalmente la sangre no llegará al río. En primer lugar, Bruselas desea que la reforma laboral del PP se mantenga en vigor.
A la postre, las líneas maestras de la misma fueron confeccionadas por la propia Unión Europea durante la parte más honda de nuestra crisis. En este sentido, Calviño no deja de ser una burócrata bruselense insertada dentro del Ministerio de Economía español y, por tanto, cabe suponer que no vería con buenos ojos la eliminación de la que, en última instancia, no deja de ser una criatura que engendraron sus propios compañeros en colaboración con el PP. Pero, en segundo lugar, existe un argumento aún más importante: la reforma laboral ha funcionado, es decir, ha conseguido impulsar la generación de empleo y reducir la tasa de temporalidad dentro de nuestro país. Es cierto que la legislación dista de ser perfecta. Nuestra tasa de paro y nuestra tasa de temporalidad continúan siendo intolerablemente altas.
Mas, como el propio Ejecutivo socialista reconoció en el programa de estabilidad que hace pocas semanas remitió a Bruselas, la reforma sí ha contribuido a que ambas variables hayan mejorado con respecto a las que habríamos padecido bajo el anterior marco laboral. Por ambos motivos, es improbable que el Ejecutivo socialista promueva una derogación de la reforma del PP. Con todo, convendría aprovechar esta (acertada) rectificación del PSOE para afearles radicalmente su conducta desleal y deshonesta durante su etapa en la oposición. En aquel momento, contribuyeron a difundir falsedades sobre los efectos de esta ley, lo que a su vez envenenó a amplios sectores de la población en su contra. Como resultado, la reforma laboral sigue contando con un inmerecido rechazo por gran parte de la población española.
Que ahora muestre aparente responsabilidad institucional queriendo conservar aquello que ha acreditado ser un éxito no debería soslayar la titánica irresponsabilidad de quienes durante años estuvieron torpedeando políticamente una reforma que ha sido clave en nuestra recuperación.
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