Opinión

El muro interior

Muchas de las actitudes de los implicados en el juicio del «procés» han debido resultar bastante incomprensibles para un espectador de fuera de Cataluña. Son actitudes que van dirigidas principalmente al consumo interior de la región. Están destinadas, más que nada, a mantener como sea la burbuja de irrealidad publicitaria que tanto les ha costado crear dentro de la zona y que TV3 defiende –como escudo propagandístico que es– con un trabajo infatigable. Los separatistas («Buteflika» Maragall incluido) nunca lo reconocerán en público, pero saben perfectamente que su batalla moral no es con el resto de España sino con el interior de la propia región y su electorado. Su último refugio es TV3, dedicada desesperadamente a buscar las publicaciones más oscuras y extrañas del panorama internacional en las que se diga una palabra a favor de los independentistas y repetirlas en grandes titulares como si fueran la voz de la ONU. Lo que está en juego es el relato interior, en peligro desde que Ciudadanos sacó en la región un millón de votos.

Lo más buscado por la emisora pública regional es el columnista de fondo que publique algo nacionalista en una cabecera internacional de algún renombre, para entonces intentar hacerlo pasar por la opinión editorial del medio. Dado que pueden encontrarse nacionalistas identitarios en todas partes –desde corsos a irlandeses, pasando por venecianos, escoceses o bávaros– nunca falta algo que echarse a la boca. El resultado es bastante ridículo, porque no queda claro si ese muro informativo es para no dejar entrar o pretende no dejar salir; pero parece contentar al catalanismo, siempre que se emita a través de la habitual exageración totalitaria de TV3.

Ya podemos dar por hecho que, a medida que se acerque el momento de la sentencia, se difundirá por todos los rincones de la programación regional ese aroma de mártir a la parrilla al que intentan acostumbrarnos. Y todos los vicios privados de la región, serán relatados una vez más como si constituyeran imaginarias virtudes públicas. Por supuesto, esa versión solo satisfará a los catalanistas y la vieja división de la zona entre catalanes y catalanistas seguirá permaneciendo inmutable.