Opinión

La amenaza de un Gobierno económico Sánchez-Iglesias

Pablo Iglesias tiene un único objetivo en sus negociaciones con Pedro Sánchez: conseguir algún puesto en el Consejo de Ministros para poder enmascarar su reciente fracaso electoral. Ahora bien, en contra de lo que parecen creer muchos analistas, el propósito por el que Iglesias desea entrar en el Ejecutivo no es meramente propagandístico, también hay una potente (y nefasta) agenda programática detrás.

Sólo hay que reflexionar sobre aquellos dos Ministerios que, según ha filtrado Podemos a los medios de comunicación, desearía encabezar la formación morada. Por un lado, Trabajo; por otro, Industria y Energía. La elección de Podemos no es casual: al igual que en 2016, cuando Podemos reclamó puestos de mando estratégicos como Defensa, Interior o la dirección de RTVE (es decir, los órganos de control, espionaje y propaganda del Estado para así poder consolidar su poder sobre la ciudadanía), ahora piden dos departamentos con una enorme influencia directa sobre la economía.

Primero, el Ministerio de Trabajo, el cual regula el marco normativo de las relaciones laborales del conjunto del país. Es desde allí desde donde se establece el salario mínimo interprofesional, desde donde se dirige la inspección de trabajo o desde donde se impulsa la tramitación parlamentaria de cualquier reforma laboral (que fije el coste del despido o el régimen de la negociación colectiva). Podemos ya ha declarado que, en este campo, sus pretensiones pasan por elevar el salario mínimo hasta 1.200 euros mensuales (en realidad, 1.400 euros si lo prorrateáramos en doce pagas), reducir la jornada laboral a 34 horas semanales, prohibir los contratos laborales con menos de un mes de duración, elevar la indemnización por despido, establecer la prioridad absoluta de los convenios colectivos sectoriales sobre los de empresa, reforzar el papel de los sindicatos en la negociación colectiva y acabar con la ultraactividad de los convenios. Es decir, más rigidez en el mercado laboral y costes mucho más elevados. Menor creación de empleo, por tanto. Segundo, el Ministerio de Industria y Energía, que acaso en otras legislaturas tuvo un papel secundario, va a cobrar dentro del organigrama «sanchista» un rol fundamental. A la postre, el presidente del Gobierno está obsesionado con convertir a nuestro país en una referencia mundial en la lucha contra el cambio climático y piensa hacerlo no por la vía sensata (establecer un precio sobre el CO2 y permitir que las empresas se adapten en consecuencia), sino a través de milmillonarios planes de inversión pública y de unas muy intrusivas regulaciones de carácter medioambiental.

Es a toda esa red de planificación estatal directa sobre la economía a la que Podemos desea tener acceso para poder manejar a su antojo toda la estructura productiva de nuestro país. En suma, que Podemos entre en el Gobierno de Sánchez no es un inconveniente menor para nuestra prosperidad futura. Los de Pablo Iglesias tienen muy claro cuáles son los resortes de poder que desean manejar con el propósito último de someter el sistema económico a sus dogmas ideológicos.