Opinión

La fábula de la rana y el escorpión

Quienes conocen bien a Pedro Sánchez cuentan que ha basado su fulgurante carrera en desconfiar de todos los que le rodean, desde los adversarios hasta los propios compañeros del PSOE. Lógico, si se tiene en cuenta que fue apuñalado por los suyos cuando apenas daba sus primeros pasos en la Secretaría General.

Asimismo, el manual de los pactos políticos dice que, para que dos formaciones lleguen a acuerdos, tan importante como que ambos los necesiten es el «feeling» que experimenten sus dirigentes.

Con estos antecedentes son fáciles de entender los recelos de Pedro Sánchez para dar entrada en su Gobierno a Pablo Iglesias, pese a la urgencia del PSOE de un matrimonio de conveniencia con Podemos. El líder socialista ni olvida ni confía en Iglesias. Ni querría tenerlo demasiado cerca durante los próximos años.

No olvida cómo Iglesias ninguneó al PSOE con el fantasma del «sorpasso» y la declaración de quiebra del centenario partido español, con el correspondiente concurso de acreedores.

Ya se sabe, aquel lema tan coreado por los círculos morados: «PSOE, PP, la misma mierda es...».

El inquilino de la Moncloa tampoco perdona el «no» de la bancada de Podemos en aquella investidura fallida en el año 2016. Ni siquiera una abstención cedió entonces Iglesias. Algo que en Ferraz aún escuece, ya que fue el detonante de la cruel guerra fratricida entre susanistas

y sanchistas.

Y menos aún puede pasar por alto Sánchez la humillación que Pablo Iglesias perpetró hace tres años, en una abarrotada sala de prensa del Congreso de los Diputados, compareciendo como vicepresidente in pectore junto a sus cinco ministrables..., mientras él, como aspirante a la investidura, despachaba en el Palacio de la Zarzuela con Felipe VI.

«Serían dos gallos en el mismo corral y dos Gobiernos en uno», alerta un alto dirigente de Ferraz para explicar la desconfianza de su secretario general.

Sus visiones sobre Cataluña son, además, irreconciliables, porque Podemos defiende un tres en uno imposible: excarcelaciones ya, indultos si hay condena en la sentencia del juicio del «procés» y referéndum independentista.

Y también lo son sus propuestas económicas: la de la formación morada supone, además de la voladura de unas reformas que empiezan a dar sus frutos, un desafío a Bruselas equiparable a los peores días del griego Yanis Varoufakis.

Los que conocen el percal advierten de que el presidente no va a ceder fácilmente. Eso supondría quedar atrapado por un Iglesias que solo se juega el escaso crédito que le resta a nivel interno en su partido.

Algunos evocan incluso, para explicar la relación entre ambos líderes, la célebre fábula en la que un escorpión convence a una rana que le ayude a cruzar el río, prometiendo no hacerle ningún daño porque ambos se ahogarían.

A mitad del trayecto, el escorpión pica a su portadora. «¿Cómo has podido hacerlo? ¡Ahora moriremos los dos!», pregunta sorprendida la rana. «No he tenido elección, es

mi naturaleza», replica el escorpión.

Seguramente, algo así pensará Pedro Sánchez ahora que debe afrontar las procelosas aguas de la investidura.