Opinión
Encrucijada de Sánchez
Después de todo lo que ha sucedido en la política española durante los últimos catorce meses no me atrevo a hacer pronósticos. Me limitaré tan solo a dejar unos apuntes para la reflexión.
Por ejemplo, que Pedro Sánchez siente auténtica pasión por la política exterior, en general, como ya se ha podido comprobar en el último año y pico, y por la de la UE en particular. Ha intentado jugar a ser uno de los principales actores a la hora de designar a los candidatos a dirigir las Instituciones comunitarias, aunque el resultado haya dejado bastante que desear. Pretende mandar e influir en las decisiones de Bruselas desde su puesto de paladín de los socialistas europeos.
Sin embargo, para lograr este objetivo, la colaboración con Podemos no es precisamente la mejor tarjeta de presentación, sino más bien todo lo contrario. Si se pasea por la capital comunitaria y las de otros Estados miembros de la mano de Podemos, bien porque miembros de esta formación formen parte del futuro Gobierno, o bien porque se forje otra vez un acuerdo de colaboración o de coalición con los podemitas, malo.
Pero si no hace eso, y no traga con las exigencias de Pablo Iglesias, la investidura aquí en España va tener muchas complicaciones e incluso podría resultar fallida. Y en esas está Sánchez, deshojando la margarita e intentado salir de la tela de araña en la que se encuentra. Después de su experiencia de los últimos meses ya ha podido comprobar que en Bruselas, y entre los que mandan en la UE, no gustan los experimentos raros.
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