Opinión

SMI y empleo

La subida del salario mínimo desde 735,9 euros en 2018 a 900 euros mensuales en 2019 (un incremento del 22,3% en tan sólo un año) generó una batería de negros augurios sobre la creación de empleo dentro de nuestra economía. Desde los 40.000 puestos de trabajo que dejarían de crearse según la AIReF, a los 125.000 pronosticados por el Banco de España, la expectativa sobre nuestro mercado laboral se tornó bastante negativa. Y, sin embargo, el pesimismo no terminó de corporeizarse.

No, al menos, en apariencia. Si tomamos las series de afiliados a la Seguridad Social, durante la primera mitad de 2019 el número de trabajadores dentro de España se ha incrementado en casi medio millón de personas, y aun cuando la segunda mitad del ejercicio vaya a ser peor que la primera (como sucede todos los años), no parece que tales cifras avalen las malas previsiones previas. De hecho, diversos organismos como la AIReF, la OCDE o la Comisión Europea han indicado que no aprecian en las cifras agregadas de empleo un fuerte efecto del salario mínimo.

¿Cabe entonces concluir que su alza en más de un 20% no ha tenido consecuencias adversas? No tan rápido. La propia AIReF, mientras destacaba la ausencia de efectos agregados apreciables, reconocía que, por un lado, tales efectos podrían terminar llegando en los próximos meses y, por otro, que los datos agregados no son realmente informativos, en tanto en cuanto podrían estar enmascarando una notable destrucción de empleo dentro de aquellos colectivos más expuestos a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Por ejemplo, imaginemos que 100.000 personas afectadas por el SMI pierden su puesto de trabajo pero que, simultáneamente, el resto de la economía (no afectada por el SMI) es capaz de generar 600.000 nuevos empleos. En tal caso, el saldo neto sobre el conjunto del mercado laboral sería el de una creación de medio millón de puestos de trabajo. En suma, no podemos basarnos en cifras globales para enjuiciar si la subida del salario mínimo está teniendo efectos sobre la economía o no. Habrá que atender a futuros análisis mucho más desagregados para descartar o confirmar sus consecuencias.

De momento, por ejemplo, el BBVA Research acaba de constatar una desaceleración del ritmo de afiliación a la Seguridad Social entre algunos colectivos típicamente expuestos al SMI: jóvenes, trabajadores de hostelería o residentes en autonomías más pobres como Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia. Tal como destaca la entidad, el número de afiliados menores de 30 años cayó un 0,8% en el primer semestre de 2019 con respecto al segundo de 2018. Todavía es pronto para pronunciarse en una u otra dirección, pero lo que debería resultar obvio es que descartar a estas alturas cualquier tipo de perjuicio de un incremento tan considerable resulta irresponsable y precipitado.

Y no olvidemos que el mismísimo Gobierno de la Nación le exigió hace poco al Banco de España que se retractara y pidiera perdón por sus estimaciones previas. Quizá, cuando haya concluido el año 2019, deberá ser el Ejecutivo socialista quien se deba disculpar ante el Banco de España.