Opinión

El deshielo amenaza con hundir varias ciudades históricas del Mediterráneo

Marc Español

En el norte de Abu Qir, un suburbio situado al este de la ciudad egipcia de Alejandría, el bullicio que inunda sus callejones sombríos contrasta con la calma que reina a tan solo unos metros de distancia, a la altura del mar.

En días soleados, grupos de amigos, pescadores y parejas aprovechan para darse un chapuzón, echar las cañas al agua o relajarse en la arena, disfrutando de la tranquilidad que emana del oasis de paz en el que se convierte la playa.

Pero el mar no es siempre tan dócil como se presenta en los días soleados. Mahmoud, el propietario de una cafetería situada a los pies de la playa, da buena cuenta de ello. “Durante el invierno, el mar crece [cuando hay temporales] y el agua puede llegar hasta la calle de al lado del local”, cuenta a La Razón, restándole importancia al asunto, pero quejándose de que cuando estos problemas ocurren no recibe la ayuda de nadie.

Un breve paseo por la arena es suficiente para darse cuenta de que, en realidad, Mahmoud puede contarse entre los afortunados. Su cafetería yace a unos 50 metros del mar, una distancia ya poco prudencial pero que en el caso de algunos edificios aledaños de hasta 15 pisos se ve vertiginosamente reducida a tan solo diez pasos, sin barreras a la vista. Los pies resquebrajados de algunos de estos bloques y los barrotes oxidados de algunas de sus ventanas muestran las heridas de sus cada vez más frecuentes batallas con un mar al alza.

“En el paseo marítimo de Alejandría hay un muro que bloquea el mar, pero aquí no tenemos nada”, nota Mahmoud, que lleva 25 años trabajando en el mismo local. “La gente lo quiere por seguridad”, añade, “pero ¿quién debería hacerlo?”, se pregunta.

Aunque el caso de Abu Qir es especialmente delicado, retos similares se extienden por toda Alejandría, considerada por el Banco Mundial una de las cinco ciudades del mundo con más riesgo de quedar inundada a causa de los efectos del cambio climático.

Desde que la ciudad fue fundada hacia el 331 a.C. por Alejandro el Magno, Alejandría gozó de una situación privilegiada mirando hacia Grecia desde el fértil delta del río Nilo. Esta excepcional localización, sin embargo, se ha convertido con el paso del tiempo en una prisión con forma de pinza. Por un lado, el nivel del Mediterráneo sube 1,6 milímetros anuales, y se prevé que aumente ocho centímetros en 2050 y el doble a finales de siglo, según los datos proporcionados a este medio por el Instituto de Investigaciones Costeras (CORI) de Egipto. Por el otro lado, el delta del Nilo se hunde 0,4 milímetros por año.

“La disminución de los niveles de acumulación de sedimentos en el delta del Nilo significa que los cimientos sobre los que se construye Alejandría se están consumiendo”, señala a La Razón Kareem Tonbol, jefe del programa de estudios de Meteorología e Hidrografía de la Academia Árabe de Ciencia, Tecnología y Transporte Marítimo (AAST). “La región del delta del Nilo, que se sitúa a menos de medio metro sobre el nivel del mar, es excepcionalmente frágil”, nota el investigador.

Los cambios en el clima y el mar alejandrinos, a su turno, se han traducido en una mayor asiduidad de los fenómenos meteorológicos extremos. Ayman el Gamal, subdirector del CORI, ha apuntado a este medio que la tasa de lluvia en la ciudad ha aumentado y que el inicio del verano ha cambiado, lo que se suma a las tormentas cada vez más intensas y frecuentes, los vientos más fuertes y las olas más altas registradas por Tonbol.

El episodio más devastador de estas características que ha vivido Alejandría en los últimos años se produjo a finales de 2015, cuando fuertes tormentas inundaron buena parte de la ciudad y se llevaron por delante la vida de al menos cinco personas, millones de libras egipcias en destrozos y al entonces gobernador de la ciudad, que dimitió.

De cara al futuro, las perspectivas para la histórica ciudad no son mucho más alentadoras.

De acuerdo con informes elaborados por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, un aumento del nivel del mar de 25 centímetros en Alejandría obligaría a desplazar a buena parte de sus más de cinco millones de habitantes. Además, están también en riesgo sus viviendas, a menudo construidas de forma irregular, y su sector turístico, para el que la subida de las temperaturas y del nivel del mar puede resultar letal. Quienes tampoco se salvan son sus monumentos y ruinas, entre las que figuran algunas tan destacados como el complejo monástico de Abu Mena, reconocido patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) estima que, con una subida del nivel del mar de medio metro, las pérdidas conjuntas que sufrirían la agricultura, las infraestructuras, y los sectores industrial y turístico de Alejandría serían superiores a los 32 billones de dólares. Una subida de un metro bastaría para desplazar a toda la ciudad.