Opinión
Mangas de camisa
Nuestro leve tejido imaginario trae siempre aparejadas algunas verdades melancólicas y tristes. La frase anterior no es mía sino de Nathaniel Hawthorne, un escritor de prestigio –no muy frecuentado por nuestros lares– cuya calidad está a la altura de genios mucho más conocidos. Viene como anillo al dedo para ilustrar las reacciones a los comentarios vacacionales del Rey sobre la conveniencia de evitar nuevas elecciones. Unos han querido imaginar que constituían una injerencia en asuntos políticos que no le competen. Otros los han alabado argumentando que no dejan de expresar el sentir común de la mayoría de la población votante. En este último caso, como única objeción, se ha aducido que quizá una sesión fotográfica vacacional con la prensa no fuera el mejor lugar para emitir ese tipo de opiniones.
Me permito dudarlo. Incluso me atrevería a afirmar lo contrario. Quizá fuera el sitio donde con más finura se podía dejar caer matices de ese tipo sin crear una exagerada onda expansiva. Al fin y al cabo, la Casa Real se mantuvo exquisitamente al margen cuando en 2016 empezaron los problemas en nuestra democracia para formar gobiernos (en aquel momento con Rajoy). Pero ahora han pasado decenas de meses repitiéndose la situación, la población ya tiene callo y anda cansada de tanto teatro estratégico partidista. Deslizar las verdades melancólicas y tristes en un ambiente relajado de verano hacen que entren en nuestra conciencia con más bonhomía. ¿Se imaginan si el Rey hubiera dicho algo similar dentro de un entorno institucional? Habría provocado, sin duda, airadas y altisonantes reacciones. En mangas de camisa, en cambio, Felipe VI ha conseguido mostrar carácter de una manera informal sin que nadie le pueda reprochar apartarse del papel que le marca la ley.
No digo que tal cosa estuviera calculada o que se haya hecho adrede, pero el resultado ha sido más certero de lo que parece, e indica que tenemos rey para rato. Que eso pueda parecerle bueno o malo al que esto suscribe no tiene la más mínima relevancia. Pero, puestos ya en el caso de que el rato va a ser grande, podemos felicitarnos indudablemente de constatar esas muestras de finura y sutileza en el proceder.
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