Opinión
Colau entierra la obra nueva en Barcelona
Los precios de la vivienda en las grandes ciudades son la expresión de un problema de oferta: no se construyen suficientes inmuebles para atender la creciente demanda. Algunos opinadores postulan que esta insuficiencia viene causada por un fallo del mercado para adaptarse a la demanda. Los promotores se habrían desentendido de construir y los precios habrían comenzado a dispararse. Sin embargo, no deja de ser llamativo que, conforme esos precios siguen aumentando, no aparezcan nuevos promotores interesados en construir más. A la postre, precios al alza deberían representar beneficios crecientes e incentivos mayores a la construcción.
Existen dos razones por las cuales un escenario de inflación inmobiliaria puede no engendrar una reacción en forma de mayor oferta. La primera es cuando la administración pública te impide construir: si los promotores están interesados en ofertar obra nueva pero los ayuntamientos se lo impiden, el incentivo empresarial no se traduce en decisiones efectivas de nueva inversión. Y esto es lo que sucede cuando los ayuntamientos no habilitan nuevo suelo urbanizable o cuando limitan su edificabilidad. Aun cuando haya empresarios interesados en construir, no se construye y los precios prosiguen su senda alcista.
Una segunda razón por la que la oferta de vivienda puede no reaccionar ante un escenario de alza sostenida de precios es como consecuencia de que los costes de construir también se estén incrementando. Éstos pueden aumentar por razones de mercado o políticas. Esto último es lo que ha sucedido en Barcelona. Desde comienzos de este año, los promotores que construyan viviendas de más de 600 metros cuadrados en la Ciudad Condal han de ceder un 30% de su promoción al ayuntamiento para que las destine a protección oficial. Es decir, el promotor asume los gastos de construir el 100%, pero sólo retiene el 70%.
Esta medida ha disparado los costes de las nuevas obras (con la venta del 70%, los inversores han de rentabilizar todos los costes), lo que ha llevado a que, pese a la notable subida de precios en la ciudad, la promoción inmobiliaria no despunte como un negocio rentable. La solicitud de licencias de obra nueva (de más de 600 metros cuadrados) se ha desplomado un 72% con respecto al año anterior.
Es decir, los altos precios no inducen a aumentar la oferta de vivienda nueva porque Ada Colau eleva artificialmente los costes de construir y, como no se construye, los precios se incrementan incluso en mayor medida. En la coyuntura actual, deberíamos estar pensando en liberalizar el mercado en lugar de en estrangularlo. Pero los planes de Colau pasan por incrementar el porcentaje de la promoción que debe ser cedida para VPO hasta el 50%. Más leña al fuego.
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