Opinión

La vida misma

Venimos de festejar a San Lorenzo y vamos camino de gozar de las fiestas patronales de La Virgen y San Roque a partir de mañana. Son los días en los que más de la mitad de los pueblos de España andan inmersos en las verbenas y en otros actos lúdicos, después de que los Ayuntamientos y asociaciones varias se hallan devanado la sesera para encontrar algún acto nuevo y original, además de los clásicos.

Las calles de aldeas y pueblos están llenas de bullicio y de vida. Quizás algunos de los que acudan durante estas jornadas se lleven una idea equivocada, pensando que siempre es así. Nada más lejos de la realidad. Recomiendo a todos los que puedan, volver a esas calles dentro de seis meses, justo, ya que hablamos de fiestas, cuando se celebre la de San Valentín, el 14 de febrero, el comercial Día de los Enamorados. Salvo que ese día coincida con los Carnavales o con fin de semana, se encontrarán esas mismas calles vacías y esos mismos pueblos y aldeas desiertos. Son las dos caras de la misma moneda.

Pero ahora, durante estas jornadas, toca divertirse y aparcar lo que está pasando aquí y en el mundo y lo que nos espera a la vuelta de la esquina. El panorama se presenta negro y complicado: desde el bloqueo político en España a las incertidumbres económicas, agravadas ahora por la situación política en Argentina, pasando por la guerra comercial entre Estados Unidos y China o el Brexit, por citar tan solo algunos asuntos. Las fiestas son la cara y, esos nubarrones, la cruz. La vida misma.